miércoles, 8 de abril de 2015

soez

Te vi en un video: no precisamente de un cumpleaños -aunque bien podría ser una fiesta-, y aunque en la filmación se te veía feliz, desenvuelta y desnuda, no creo que te ponga muy contenta que esas imágenes hayan llegado a lo más profundo de las memorias celulares y a lo más soez de las charlas de bar. Sé que tu sueño era ser actriz, alcanzar la fama y el reconocimiento público, pero no recuerdo que esta haya sido tu idea de triunfo. Cuando vi el video -porque tuve que verlo: alguien me comentó que tu silueta encendía las redes sociales y debí carearme con el material prohibido, suerte de ronda de reconocimiento en la que la víctima compungida identifica a un victimario vencido- debí aceptar que eras vos: retengo el mapa de tus lunares faciales y cierto afecto por las vacaciones compartidas en concubinato. Ahí estabas, en inusual postura indecorosa, sin pudor ni ropa ni palabras que honren tu membresía apócrifa del Jockey Club de Mónaco. En la filmación, el único retazo de tela a la vista es una vincha que sostiene tu cabello negro. Era una bella vincha, de color rojo con detalles en dorado. La compramos en Madrid, un día en que estábamos peleados y te hice un regalo para que volviéramos a hablar. Me gustaba cómo te quedaba esa vincha. Ya no sé si podremos viajar juntos otra vez.-
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imagen extraída de aquí.-

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