Fueron 335 días de pensar en una misma
imagen. 335 días -que son 8.040 horas o 482.400 minutos y así sucesivamente- es mucho -demasiado- tiempo para (re)pensar en un
recuerdo que no dura más de tres segundos: los pies hundidos en la
arena, la última ola de la tarde me baña los tobillos y escucho
explotar las burbujas de la espuma del mar. Como cada año, procuré
no morir antes de revivir esa imagen. En esos
335 días de transición hacia la postal deseada, estreché manos
tibias de médicos fríos en salas de espera. Besé desconocidos en
salas velatorias, dije lo siento mucho a personas que
realmente sentían mucho la pérdida, tomé vasitos de café
vomitivo que ofrecen de compromiso en esa clase de reuniones finales.
Me peleé en el ingreso a un cine, sufrí una descompensación frente a la gerente un banco céntrico, pagué
facturas y alimentos no perecederos y cargué nafta y tuve relaciones
sexuales en la ducha de un albergue transitorio y me quedé dormido
contra la ventanilla de un tren y nunca dejé de pensar en el
instante místico vacacional, ese puñado de segundos en los que mis
pies sentirían el agua helada del mar. De cara a la inoperancia de
las adolescentes cordobesas del call center, la desidia esgrimida por
los empleados en la mesa de entradas de cualquier juzgado y la
soberbia de los amigos con dolarizadas aspiraciones esteñas,
sobreviví gracias a la violencia muda del mar en mis pies. Llegué
otra vez a la playa. El mar no envejece y no tiene tiempo pero yo sí,
aunque ahora no lo note. Pensé tantos días en estos segundos que
hasta me veo casi en la obligación de decir algo, agradecer, rezar,
llorar como un imbécil mientras a mis espaldas se vuela una
sombrilla color verde y blanca. Acá estamos: los pies hundidos en la
arena y la última ola de la tarde. Ya casi olvidaba cómo es el
instante posterior al deseo.-
.
.
imagen de NNN.-
2 comentarios:
Te aplaudo a rabiar, te admiro al infinito, chabón.
Ahora, vos imaginate esto mismo que contás, solo que con la intención sostenida a lo largo de idéntica cantidad de tiempo de borrar dichos recuerdos.
Ahí tenés una idea aproximada de lo que fue mi 2013 y por qué ansío tanto irme de vacaciones y generar nuevos recuerdos y deseos.
Vacaciones: los famosos veinte días al año en que vivimos realmente.
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