lunes, 26 de agosto de 2013

antinaturalmente

Laura querida: me encanta escribir tu nombre porque no rima con ninguna palabra excepto con "aura", y bien sabemos que yo no creo en el aura aunque a esta altura tampoco creo en vos pero aún así me divierte escribir tu nombre en los bancos de las plazas y en las paredes de los hospitales públicos. Laura. Vista de perfil, la "L" es una silla sin patas; fuiste una amante con poca imaginación. Al margen de todo, "Laura" es una linda palabra. Contame ahora, Laura, cómo es andar por las calles de Saavedra con incertidumbre y bajo el riesgo permanente de cruzarnos en alguna dietética o estación de servicio. ¿Cómo es vivir con pánico? ¿Te dan vértigo los fines de semana? ¿Quién decidió que debías llamarte Laura? Qué absurdo eso de que la naturaleza te junte con una persona especial y que uno, antinaturalmente, ponga todo su empeño en separarse del sujeto elegido por el instinto. ¿Creés que eso a veces sucede? ¿No es algo infantil? Que dos personas se sientan especiales, una junto a la otra, únicas y épicas. No sé si lo habrás notado, Laura, pero mis dos apellidos hubiesen ido de perlas siguiendo a tus dos apellidos, los cuatro -y tu nombre encabezando el enunciado- estampados en el cuaderno de comunicaciones de nuestros hijos, ¿lo pensaste? Qué ridículo todo, Laura. Me hiciste tanto daño que tu nombre -tu vida- debería ir siempre en minúscula.-
.
.
imagen extraída de aquí.-

martes, 20 de agosto de 2013

juventud

Desde tu balcón se ve a un grupo de pibes que toman vino en un banco de plaza. Hombre pasa en moto. Dos gatos trepan árbol. La casa de iluminación es una esquina que parpadea en el silencio de Álvarez Thomas a las tres de la mañana. Fumo en la ventana aunque sé que no te gusta que fume, por eso fingís leer una revista de crochet que hace tres meses llegó por error a tu departamento. Movés las piernas debajo de la frazada, los anteojos caen hasta el filo de tu nariz, el vaso con agua sobre un best seller de literatura erótica y todo eso es alcanzado por la luz seca de un velador precioso pero que no alumbra. Mis viejas llaves de tu casa de soltera permanecen dentro de una media con lunares, al fondo de uno de los cajones del baño. No pretendo que esto sea un bosquejo lírico porque tampoco pretendo encantarte (otra vez). Ya no busco que vuelvan las narraciones de nuestra juventud, la forma en que nos mirábamos para elegirnos, las palabras exactas en los momentos de sexo pizzicato. Tampoco necesito la sonrisa del encargado del edificio ni la aprobación de tu familia lejana. Me conformo con que me dejes fumar en paz y saberte a mis espaldas, con tus ojos corridos hacia la ventana. Ya no pretendo medirme con los amigos de fin de semana, contar hazañas académicas y escuchar anécdotas preescolares. No quiero nada para mi próximo cumpleaños, no intentes ser original. Si estoy de humor, tal vez visite a mamá. Ya no pretendo la fauna y la flora de la dicha ni me interesa consultar a las brujas por el futuro que quisimos y que resultó bien distinto al que improvisamos. Ahora roncás con la revista de crochet sobre el pecho. Tus anteojos cayeron a las sábanas. Ya no pretendo casi nada que no haya conseguido y aunque no sé si eso habla bien de mí, estoy seguro de que habla bien de vos.-
.
.
imagen extraída de aquí.-

lunes, 12 de agosto de 2013

derrame

Rezaré para que se haga un tajo en el cielo celeste bebé, aparezca una mano inédita y te cubra entera con la luz de la humildad y la madurez. Si acaso esa luz no te hace una mejor persona, rezaré entonces para que al menos ese derrame divino te pulverice en la fila de algún banco bonaerense o al bajar las escaleras de la facultad en la que das clases. Tus cenizas vendrán a pegarse en mi ventana: ni la soberbia romántica ni la muerte absurda logran torcer el instinto reincidente de los binomios exactos.-
.
.
imagen extraída de aquí.-

jueves, 8 de agosto de 2013

gemelas

¿Qué posibilidades hay de que dos personas que no se conocen personalmente se reconozcan dentro de un colectivo? Dos mujeres que jamás se vieron pero que se imaginan a ciegas, gracias a la descripción de un mismo hombre que, a su vez, las conoce bien a ambas pero que frente a cada una de ellas -por una cuestión de protocolo y delicadeza- omite detalles íntimos de la tercera a la que se alude. ¿Pueden en verdad intuirse, leerse en situaciones gemelas, saberse en los mismos lugares y en la misma posición sobre el cuerpo del mismo hombre? ¿Pudieron haberse sostenido la mirada durante todo el recorrido del colectivo 29? Y en caso de no haberse reconocido, ¿Por qué una mujer centraría su atención durante 40 minutos en los ojos de otra mujer igual de interesada en los ojos contrarios? ¿Cómo habrá reaccionado el resto de los pasajeros frente a esa silenciosa fricción visual? ¿Alguien habrá insinuado algo por lo bajo, atento a la tensión de las dos mujeres ajenas al tránsito, al vendedor de películas en DVD y a los ruidos de la calle? De haberse cruzado, reconocido, mirado: ¿Hubo odio en ese desafiante intercambio? ¿Importa si lo hubo? ¿Debería importar? Y si en efecto importa que ellas se hayan cruzado, reconocido, mirado: ¿Cómo es que Él supo -sin que ellas se lo contaran- que al odiarse, terminaron por hacerse solidarias en la idéntica herida?.-
.
.
imagen extraída de aquí.-