lunes, 30 de abril de 2012

criptozoología

No conozco Neuquén, no me interesa la nieve, me incomoda el frío, no tengo campera de abrigo como para visitar el sur, me hincha las pelotas andar en carpa, no me gustan los lagos, desprecio la belleza natural de las montañas, no creo en las tradiciones mapuches, no respeto los mitos ancestrales sin posibilidad de comprobación científica, dudo sobre la existencia de seres interplanetarios, de criaturas sobrenaturales, del producto de la actividad nuclear en los fondos oceánicos, de los fondos oceánicos, de las buenas intenciones de la gente de pueblo, y para colmo me perturban los viajes en avión, llegar o bajar o subir o señar o ubicar hospedaje o restaurant o lugar para hacer pis, y aún así, tampoco respeto la criptozoología y a la gente que necesita creer en animales mágicos para nutrir su vida -vidita- monótona, sus expediciones turísticas con fines siempre didácticos y nunca sexuales, lejos de las drogas y los excesos, y no creo incurrir ni en un exceso ni desatino ni exageración si digo que jamás vi al monstruo Nahuelito pero dada una comparación al azar, si tu ego fuese el Nahuelito, no sé qué comerías pero esta pareja que conformamos sería una muy apetecible foca herida y en la antesala de tus fauces violentas, despiadadas y sin gollete.-
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(imagen extraída de aquí)

lunes, 23 de abril de 2012

creatina

Vemos a los nenes bien
con sus sonrisitas de emoción lustrada,
sus camisas al cuerpo, el pelo revuelto
y las chicas de hockey que se les parecen.
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Bailan con éxtasis recoleto:
encienden sus ojos verdes y azules
al mirar a sus compañeras
de facultad bilingüe y fiesta de Fraternidad.
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Ostentan perfumes adolescentes
y movimientos de gimnasio y creatina.
Los rugbiers borrachos del hoy
son los community manager del mañana.
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Con apellidos patricios
coronan la noche en barras selectas.
Comparten tragos secretos,
charlan desde el sótano de la vida.
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Los pibes de a pie
los miramos con los labios apretados.
Solo nos consuela el fernet con cola
y la certeza de que dormimos con sus hermanas.-
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(imagen de Helmut Newton, extraída de aquí)

lunes, 16 de abril de 2012

horcajadas

Subieron hasta el décimo piso, abrió la puerta del departamento y le pidió que dejara los zapatos en la entrada. Todo era blanco perfecto, con unas cuantas fotografías alineadas en las paredes con iluminación: a cada portaretrato le correspondía una lámpara dicroica. Le indicó en qué silla debía sentarse, justo frente a ella. Preguntó qué tenía ganas de tomar. Dijo que cualquier cosa estaría bien. Cualquier cosa resultó ser un whisky muy lejos de ser cualquiera, y que llenó en dos copas petisas y con cinco hielos igual de cuadrados. Llevó un individual que ubicó en perfecta simetría sobre la mesa. Puso música: un disco de bossa. Mantuvo las piernas cruzadas durante toda la charla. Vació el cenicero cada vez que terminaba un cigarrillo, aprovechaba para reforzar su maquillaje y mirarse el pelo en un espejo que tenía en la cocina. La vajilla estaba lavada, el teléfono inalámbrico en su base, las llaves en el gancho de la entrada, los abrigos en un perchero. Cada media hora, un dispenser escupía la fragancia que sin ser invasiva, llenaba de vainilla los ambientes del departamento. Ella lo miraba a él con seguridad, directo a los ojos. Hablaba bajo, reía lo necesario como para que él se sintiera cómodo, confiado de besarla en el momento en que ella volvió a llenar las copas de whisky. Luego se sentó sobre él, a horcajadas. Fue diplomática hasta para dejar caer su vestido negro y descubrir entonces dos pechos armónicos, redondísimos, de enciclopedia. Se dejó tocar con genuina delicadeza, fue sobria para gemir y se ató a ortodoxo protocolo hasta que le dijo -bien claro y con la boca pegada a su oído-:
-cojeme, hijo de puta.-
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(foto de Yulia Gorodinski extraída de aquí)