martes, 1 de noviembre de 2011

Barro tal vez

También disponible en Orilla Sur.-
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La herencia del bizarro quedó vacante durante algún tiempo. En la historia reciente -principios de siglo, ponele-, la posta del rubro fue compartida por Mauro Viale -quien en una antológica batalla, se cagó a trompadas con Alberto Samid, “el rey de la carne”- y por Marcelo Polino, que sumó a La Biblia del bizarro, una página impostergable y que dio en llamar Zap TV. Desde el canal Crónica -terreno fértil para sembrar seudónimas y espectaculares personalidades-, Anabela Ascar hizo su aporte no menos importante para revalorizar una televisión a veces degradada. Hoy, frente a la vorágine de un mundo exitista, con portadas que destacan lo fantástico -recomendable, adecuado- de ser joven y millonario y salir con modelos, el bizarro es una ventana a inquietudes un tanto menos burdas, más for the pibes.
La aparición de INFAMA -nacido hace 3 años- marca la continuidad y equilibrio del fenómeno bizarro, a la vez que implica haber revalidado durante tres temporadas su título de necesaria cantera de travestis inquietos con las plumas, coquetas vedetongas que dicen haber dormido con futbolistas de capa caída, pop stars bajo la ducha y olvidados familiares de recordados famosos que llegan a la carga para decir “Hola” frente a cámara. Un “hola”, aunque más no sea, y después, marchar al ostracismo. La aparición de ese universo fenomenal, obliga a los medios a estudiar con seriedad al bizarro: un género que ya empieza a afeitarse y a buscarse alguna que otra noviecita, que al igual que las ramas jurídicas, posee autonomía científica, didáctica, legislativa y hasta jurisdiccional.
Científica, en cuanto al objeto-estudio que le es propio, la especialidad en sus principios (como no preguntarse qué tan verosímiles son algunas historias que sólo sirven para ganar minutos en la tele) y la tendencia a la completividad del (poli)rubro bizarro; didáctica, ya que a los fines de explicarle a los purretes de qué se trata toda esta fondue de chocolate vencido y mortadela, habrá que darle un espacio único; legislativa, por cuanto posee una serie de normas que dan solución a los problemas que se dan puertas adentro -el affaire de Guido Süller y un improbable gato platinado y megabaqueta, nació y murió en las fauces televisivas-; y jurisdiccional, por cuanto tiene su propio cause reservado, si hasta INFAMA festejó sus tres años en Sunset.
Y hablemos un poco de la fiesta de INFAMA. Allí, hace algunos meses, el carisma del ciclo que conduce Santiago del Moro y en el que acompaña Marina Calabró y Marcela Feudale, convocó una fauna riquísima: Carminatti -sí, el que estaba con Tinelli-, el mago Sin Dientes, el mago Black, Cecilia Oviedo -la ex de la Tota Santillán, ¿recuerdan?-, Torry -que coqueteó con la idea de ser jefe comunal por el kirchnerismo, en Villa Urquiza-, “el mini” de Duro De Domar, la Giovani, Agustina Brisel -que dice haberse comido a Martín Palermo-, las hermanitas Pombo, “Coqui” de Cebollitas -devenido en lobbista de la noche-, Electra -que en el VIP de Sunset, bailó “rabiosa” de Shakira, enfundada en un vestidititititititititito blanco-, Hernán Cabanas, Valeria de Genaro -célebre novia de Nino Dolce, a la que el cocinero hot le recriminó en el programa de Viviana Canosa: “Te gusta la cámara más que la pija, boluda”, en lo que fuere un Chernobyl de romanticismo televisado-, Rocío Gancedo -ex Gran Hermano-, Gisela Bernal, entre otros.
Todas esas personalidades -y los que vendrán, porque seguirán llegando sin que nadie los detenga en la Aduana del buen gusto al aire-, nutren la gloria de un género infravalorado por el esnobismo cultural. Además de entretenido, el bizarro tiene la cualidad de mostrarnos una parte humana de todos: los que pierden los anillos de sólo ver a un espécimen freak, son los últimos en soltar la revista de chimentos en el consultorio de cualquier médico de elite.-
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(imagen extraída de aquí)

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