lunes, 9 de mayo de 2011

plush

Sea rubia, colorada, morocha, enana o travesti, por estrictas órdenes del director, la actriz siempre se llama Miriam, y Miriam -sea gorda, flaca, estúpida, cocainómana, frígida y con preferencia por las estúpidas, como le gustan al director- debe terminar el acto en esa posición que tanto deleita al cameraman, un tipo mas bien bajo, masacrado por el acné juvenil y las agresiones de sus compañeros del secundario. Ese mismo cameraman, hoy se venga de todos ellos con ese primerísimo primer plano del recontra carajo, en esta joya que será un estandarte del cine porno amateur argentino, así que a trabajar, afirma el director, y como es el director y el productor -por ende, quien pone la guita sobre la mesa- nadie se atreve a cuestionarlo. Sí señor, todos seremos escoltas de esta película que de seguro, será exitosa, porque si no la compran los argentinos, lo harán los españoles, o se traducirá al chino y allí sí la comprarán, claro, si total son mil millones y siempre hay porno trucho para un descosido. 
La Miriam de hoy es bulímica, delgada y con las manos mordisqueadas. Tiene el pelo rubio y pajoso, la dentadura medio chueca pero sus ojos verdes -adictos en el centro del plano que el pibe de la cámara sabe captar- son geniales. El director la llama Miriam, le dice por su nombre de guerra y ella obedece. Miriam -vestida de enfermera con un disfraz usado una y otra vez por las Miriam anteriores- se pone de rodillas, mientras el actor -que es el mismo que quien oficia de productor, director y relator de esta misma historieta- se abre al fin la bata negra de plush.-
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(imagen extraída de aquí)

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