jueves, 29 de diciembre de 2011

Raros licuados nuevos

En simultáneo con Orilla Sur.-
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De Starbucks me perturba ese rincón privilegiado que ocupa dentro de la fantasía celebrity pop hollywoodense, travestida de Lindsay Lohan saliendo del local con el vasito mágico de la cafetería -cámara inquisidora de TMZ de por medio- y la ilusión de que ese litro y cuarto de bebida cool remontará su fisura diaria y los problemas con la ley; ese flash de Sex and the City, de gente que anda por la city sin sex pero con el eufórico imaginario de que imitar el estilo de vida de sus improbables ídolos ricos, los volverá un poco más ídolos aunque la riqueza se pierda en ello. Starbucks es la revancha del sueño americano: es una foto que todos queríamos tener al visitar Estados Unidos, y ahora está acá, tan cerca y entre nosotros. Ya no es muy exclusivo. La foto vale un poquito menos.
Starbucks es un producto desde siempre ideado para el público ABC1. Es una franquicia, y es siempre igual (de aquí el espíritu de la modalidad contractual), de modo que el viajante que se hospeda en el Gramercy Park Hotel de Nueva York, tenga la posibilidad de tomarse el mismo juguito con el mismo muffin en la misma mesa contra la misma ventana de un país distinto al propio. Los ricos siempre están en casa, y casa es un lugar cómodo, con bastante madera, ambiente distendido, y con gente que parece civilizada y que antes de servir la bebida seleccionada, pregunta con una sonrisa y amabilidad claudiomaríadominguezca: “¿Podría decirme su nombre?”.
Mi nombre es Pija. Contame ahora cómo carajo me vas a dar el café cuando te tiemble el pulso al escribir la P mayúscula, y después la violencia en la curva que harás para dibujar la j. Sí, mi nombre es Pija, quiero ver cómo lo escribís en el vaso, bien grande, casi a las apuradas o escondido detrás de algún mostrador, con un marcador indeleble negro para luego llamarme por mi propio nombre -Pija, está tu pedido- mientras toda esta gente con nombres convencionales -Silvia, Roberto, Nico, Indio-, te escuchan vociferar la grosería que yo te dije sin el menor reparo ni decoro. Dale, escribí lo que te digo. No me digas que me vas a pedir el documento: tanta libertad y ambiente distendido, y delantalcito verde y estética hogareña, todo para que me pidas en DNI. Pensé que había confianza, que éramos amigos.
Si esto sucediera -decirle al pibe que labura en Starbucks que mi nombre es Pija, y verlo titubear entre sus compañeros, sentir la presión de una respuesta incómoda y la seriedad de un cliente que no puede tener razón-, es probable que la Matrix se reinicie. El reinicio de la Matrix contemplará la explicación de un gerente que mientras consuela el llanto confundido de uno de sus empleados -cómo pudo pasar esto, en qué fallé-, intentará sugerir que no pueden ponerse esos nombres en el vaso, que podrían ponerme Juan, o Bautista, o Juan Bautista o todo mi nombre completo y al final de la z, una estrellita, podríamos hacer eso por usted, señor...
Señor nada. Señor sin nombre. Y tengo 23: señor tu vieja. Quiero un café, no que indagues en mi historia familiar. Sólo te pedí ese vaso cuando me preguntaste por el tamaño, no recuerdo haber accedido a que me encare tu curiosidad buena onda de franquicia tutu bon, tutu legal. Te dije dame café, y creo que la coordenada es suficiente. Café, master: agarrá la jarra, volcá el contenido negro adentro, tirale un chorrito de leche para evitar que me ulcere hasta el autoestima y estamos fenómeno. No tengo intenciones de iniciar un diálogo, no quiero que nadie sepa mi nombre. Quiero un desayuno y estamos: un intercambio limitado a lo comercial, un vínculo accidental entre el pantriste que quiere un café y el tipo que sabe poner esa sonrisa encantadora para saciar el pedido de su cliente. No más. Es una relación ocasional, silenciosa, discreta, como siempre lo fue en el barrio. Por esas cosas me gusta el áspero cafetín del Centro: te devuelve la imagen parca que vos querés tener, sin preguntas parapoliciales ni exceso de confianza. Por esa misma razón, no hubo ni habrá jamás un tango inspirado en el ambiente de Starbucks, y eso es un partido que la mística pop tiene perdido desde el vestuario.-

lunes, 19 de diciembre de 2011

mensurar

Gracias por todo dijiste, y yo torcí la cabeza, porque el hecho de que digas gracias por todo es algo muy parecido a decir gracias por nada, a decir gracias por lo que hiciste, y andate a la puta madre que te parió, es remitir a un pasado, a algo que ya no voy a poder hacer o que al menos no vas a agradecerme porque con agradecer una sola vez alcanza y sabés que no me gusta que me repitan las cosas, entonces ya fue, ¿gracias por todo? OK, de nada por todo, no te tomes el esfuerzo de desmenuzar qué implica tu agradecimiento así como medio a las apuradas y que cerraste con un beso en la boca pero medio de coté, un beso bastante choto, qué te puedo decir, no vamos a mentirnos, pero decís gracias por todo y casi como que te dejás caer sobre mi cara y solo queda que me digas hasta siempre y ahí sí que nos caemos todos de orto y entendemos todo, te estás despidiendo, mi vida, sino dirías gracias, y punto, o deslizarías esa sonrisa que siempre implica una invitación a cruzar la cocina con la ropa interior a la altura de las rodillas, y sino no digas gracias por todo, qué carajo me decís cuando decís todo, ¿todo es desde que facilité el fuego de tu cigarrillo hasta pasarte a buscar? ¿salvarte la vida? ¿gracias por todo es un gracias por haber aparecido en mi vida o alguna de esas payasadas que dice la gente en la radio de trasnoche? no sé, nunca me dijeron gracias por todo, la gente tiende a ser más específica, aunque entiendo que no lo hagas, porque el hecho de mensurar tu agradecimiento vomitado, haría perder el sentido de la ruptura diplomática que planteás: sería entrar en un detalle quirúrgico que solo nos acercaría un poco más a la danza de bañarnos bajo la ducha de tu cueva.-
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(imagen extraída de aquí)

miércoles, 14 de diciembre de 2011

hipsters

Tenés algo que ver conmigo. Quizá para vos -fetiche de bastión cool y recoleto- no signifique más que una conquista (más) para amasar al ego, vestirlo con ropitas de cama, taparlo y besarle la frente. No sé cuántas veces te dijeron que ostentás el porte que al hombre lo define como a un imbécil, pero entiendo que lo tenés muy claro y que por eso jugás en primera, sos la Andrés Iniesta emocional en el Camp Nou de la incertidumbre. En cambio, yo no tengo mucho que ver con nadie: eso no me define, pero me desmarca. Vos tenés algo que ver conmigo, aunque yo, en particular, si pudiese elegir no tener nada que ver con tus piernas apretadas a mis piernas y los broncoespasmos que sufrís cada vez que dormimos juntos, tal vez me volcaría por hacerme la estrella con tu elocuencia corrosiva. Tener algo que ver con vos también implica estar en un prontuario de celebridades amateur, de aparatos redaccionales e ídolos de papel maché. Nada de eso tiene que ver conmigo. O sí, debe tener que ver, pero prefiero entonces no compartirte con una caterva de hipsters pelotudos que se imitan entre sí. Y hablar de pelotudos -esta vez sí- tiene que ver con vos y tus efectos.-
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(imagen extraída de aquí)

jueves, 8 de diciembre de 2011

calculadora

Estuve chequeando algunos datos astrológicos y -oh, sorpresa- descubrí que nuestros signos zodiacales ostentan una compatibilidad sexual abrumadora. Eso explica varias reacciones interesantes, entre ellas, tus mordidas en las mejillas y mi capricho por domarte desde la nuca. Pero más allá de eso -llamamos eso a tu signo de agua y el mío de fuego, y al despilfarro de la libido bien encaminada, a tus piernas electrizadas sobre mis piernas confundidas y al porro mejor invertido de toda la historia de la cultura estupefaciente postmoderna-, la bruja -porque claro, para el temita este de la compatibilidad, me asesoré con una especialista- sonrió con todos sus dientes para detallar que nos esperan días largos e intrigantes, de guerras pegajosas con canciones pegadizas y almohadones que se pegan. Como poco hay que hacer contra el destino -lo que de una u otra forma, parece que nos sucederá-, sugiero que guardemos la calma, que después de todo, es una de las características de Aries (que vendría a ser yo, ponele). Vos, en cambio, fría, calculadora y artística -así te describió la bruja, yo no tengo nada que ver-, vas a poner el hielo en este trago de estación. Y ambos, casi juntos, beberemos hasta donde podamos -la bruja habló de coger hasta donde se aguanten: yo no me atrevo a semejante diagnóstico-, sin hacernos las preguntas que vuelven amigos a los amantes.-
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(imagen extraída de aquí)

lunes, 5 de diciembre de 2011

Campbell

Vienen días ásperos, de reincidir en empresas fracasadas, de dilatar trampas defectuosas, eufóricas penetraciones en nobles cuerpos elegidos al tun tun, con ciego entusiasmo adolescente y la violencia del cautiverio marital. Me torra la idea de volver a explorar una indeterminada cantidad de mujeres, y más aún me aburre tener que sostener interés por sus relatos de problemas hormonales y dilemas de peluquería en Palermo. Me acompañarán en la aventura las manías de siempre, tendré a mano las explicaciones rendidoras y las bombas de humo reglamentarias. Prometo fingir que hoy sí me importa, que me gusta el color de tus uñas y que no estoy desencantado con vos y tus opiniones sobre la pena de muerte. Voy a ponerle onda, mandarle cumbia, inflar el pecho y pedir la 10. Vas a verme apretar los ojos achinados cuando me apriete contra tu cuerpo, seré el obrero silencioso que tanto te gusta que sea cuando pierdo la ropa. Eso sí: no podrás pedirme compromiso con el proyecto, con tu optimismo de colegio católico de frente a la pantomima caritativa de Navidad y viaje solidario a la villa Naomi Campbell. No me pidas tacos y firulete cuando me das un par de ojotas. Por ahora (me) alcanza con que los dos asomemos la cabeza por la ventana de la curiosidad, y aún acostados -la luz del patio que gana tu espalda, en el espejo veo mis pies- busquemos la sonrisa más genuina del otro.-
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martes, 22 de noviembre de 2011

Massive

Pará. Banquemos un toque. Calmémonos. Hablemosló. Yo no me quiero quedar sin vos, y quiero pensar que vos no buscás quedarte sin mis comodidades de remisero full time. Entonces hagamos un parate. Voy a improvisar que no me cuesta prestarte atención. Bajemos las bengalas. Mirá cómo me tenés, ya está, dejemos las armas. Mirame a los ojos. Mirame cuando te hablo, por favor. Es eso, este momento para decirnos las cosas ("las cosas", dice el tipo, re-genérico, el muy pelotudo). Quedaría lindo que me pidieras perdón -o preguntame qué pasó-, que nos revolquemos en el sillón de tu casa mientras de fondo se pierde un tema de Massive Attack. Después, comer frutillas. Y volver al sillón. Pero para que suceda todo esto -"todo esto", mandó el tipo, un capo- es necesario que te arrimes y depongas tu actitud frigorífica. Quiero escribir de vos sin sentir la presión de que te escribo para que vuelvas, con sugerencias solapadas. Mirá, te lo digo así de clarito: quiero que vuelvas para poder escribir otra cosa que no sean textos trillados y con mensajes entre líneas. Te pido que me llames -llamame, dale-, pienses en lo que quisimos -confío en el plural, querida- y retomemos las gestiones para dilatar esta trampa, o mejor: para blanquear este binomio distinguido, refinado e irrepetible.-
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lunes, 21 de noviembre de 2011

cuiqui

Mujer cobarde, que no tuviste los ovarios para tomar la decisión (correcta) de quedarte, que hiciste la plancha mientras yo nadaba en brazada violenta, que asomaste la cabeza por la ventana del affaire y cuando te hice lugar te tomaste un taxi a la casa de tus viejos, solo quiero decirte una cosa: qué miedo tenés.
Mujer cobarde, no quiero ahondar en este asunto, sabés que me molestan las acotaciones al margen y más aún cuando parece que el partido se muere cero a cero, pero dejame aclararte que sos la hinchada más convocante y la que más corre en todos lados. Sos un escuadrón de peluches en celo, de barderitos de fiesta de quince. Permití que te diga otra cosa: qué cagona sos. 
Mujer cobarde, perdón por entrometerme, pero hace unos días que pienso en tu afecto pechofrío, en lo mal que le haces a la salud de los amantes buena leche, en lo estúpido que resultó tu impulso de jugo Minerva, que tenés ganas pero no te animás y que en definitiva terminaremos así: vos, reincidiendo en la anécdota de un amor a la distancia; yo, sin la inspiración que me generabas. Seré breve, sentime con esto: te vas a equivocar cuando huyas.
Mujer cobarde, no se me altere, no se enoje, no me odie no me esquive no se ofenda, pero debe darme el crédito de que hago mérito para tenerla cerca y a cambio no recibo nada, que me deja ilusionado y que usted misma está ilusionada pero tiene una tibieza corporal paralizante. Que yo le sugiero que se ponga cómoda, que acepte el fuego cruzado que nos toca, y que nos toquemos, nos hagamos amiguis, nos animemos. Lo último -de verdad, esto es lo último, pido que prestes atención-: te morís del cuiqui porque sabés que vas a desperdiciar esta chance ganadora y que a tu barón importado me lo como untado encima de una galleta de arroz yamaní.-
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jueves, 17 de noviembre de 2011

divertimento

Conté los aros de tus orejas y ni me acuerdo cuántos llegué a contar, lo hice para pasar el tiempo bajo el agua de la ducha, por oficio de quedarme perplejo con la cantidad de aros que tenías, brillos de luz y acero quirúrgico. Habían cerca de diez, once, doce aros en cada oreja, aunque puede que tuvieras más en la izquierda que en la derecha: perlas y estrellas y clavos en la parte superior del cartílago, perforaciones innecesarias, adolescentes, que conté sin darme cuenta de lo que hacía porque no es un detalle para destacar, pero estábamos en silencio, agitados, y solo se me ocurrió pensar en tus orejas, por puro divertimento matemático aunque a vos te guste llamarlo obsesión por los números. Hubo tiempo suficiente como para mirarlos y sentirlos, contarlos con la punta de la lengua, morderte los lóbulos y volver a sentir tus aros en la boca. Conté tus aros mientras estuve a tu espaldas y vos unida a mí, y yo aferrado a tus pechos y vos estrellada contra los azulejos del baño.-
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lunes, 14 de noviembre de 2011

ensordecedoras

Omito decirle a mi analista la cantidad de noches en que sueño con Deborah Pratt: temo que me tome por un loco sexual y me obligue a comprar esa medicación que conozco bien y que dejó estúpido a más de un ex compañero del colegio. No quiero que piense que hubo un retroceso en nuestra terapia, y entonces me ate sin sentido a más sesiones que se traduce en más dinero puesto en ese diván infame. Prefiero mentirle y decir que mis sueños son vulgares: chispazos de una infancia en Trelew, mamá de compras por el barrio, visiones de mi mismo ahogándome en el mar, pero nada de actrices porno y muchísimo menos de Deborah Pratt.
No recuerdo haber pensado en su cuerpo desnudo ni una sola vez. Por el contrario, nos imagino de la mano, o en una cena de esas que no puedo pagar, contra una ventana de esos restoranes muy paquete que hay en Puerto Madero. Ella y yo, en charlas de temas banales, sin pensar en acostarnos, en sus gemidos remunerados y en el pelo que se le pega a la frente cuando transpira de penetraciones múltiples y ensordecedoras. Sueño que tengo a Deborah un domingo en el almuerzo, yo que pellizco un pan francés mientras ella trae los ñoquis con tuco y mamá le sonríe como las buenas suegras le festejan los gestos nobles a las buenas nueras. Tenerla a un lado en la mesa familiar, servirle coca-cola light, limpiarle la comisura de los labios con resabios de salsa. Quererla a cada instante y sin hacer preguntas. Que se duerma en mi falda mientras juego a la PlayStation: ganarle al puto del hermanito que se elige siempre al Barcelona, el muy cagón. Volver de la oficina y poder tomarla desde atrás para rendirme contra su espalda. Eso, hasta que el sueño se agote.-
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lunes, 7 de noviembre de 2011

Felini

Cuando cojo
enciendo velas aromáticas,
no doy charlas diplomáticas
y libro el protocolo al remojo.
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Cuando cojo
me permito ser la más puta,
tomo la posta de la batuta
con mis labios en rojo.
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Cuando cojo
escucho cumbia de Mattioli,
pongo una peli de Felini,
dejo mi cuerpo bien flojo.
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Cuando cojo
no existe el hambre ni la inflación,
olvido el trabajo y la corrupción:
cuando cojo soy presidenta de la Nación.-
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(imagen extraída de aquí)

martes, 1 de noviembre de 2011

Barro tal vez

También disponible en Orilla Sur.-
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La herencia del bizarro quedó vacante durante algún tiempo. En la historia reciente -principios de siglo, ponele-, la posta del rubro fue compartida por Mauro Viale -quien en una antológica batalla, se cagó a trompadas con Alberto Samid, “el rey de la carne”- y por Marcelo Polino, que sumó a La Biblia del bizarro, una página impostergable y que dio en llamar Zap TV. Desde el canal Crónica -terreno fértil para sembrar seudónimas y espectaculares personalidades-, Anabela Ascar hizo su aporte no menos importante para revalorizar una televisión a veces degradada. Hoy, frente a la vorágine de un mundo exitista, con portadas que destacan lo fantástico -recomendable, adecuado- de ser joven y millonario y salir con modelos, el bizarro es una ventana a inquietudes un tanto menos burdas, más for the pibes.
La aparición de INFAMA -nacido hace 3 años- marca la continuidad y equilibrio del fenómeno bizarro, a la vez que implica haber revalidado durante tres temporadas su título de necesaria cantera de travestis inquietos con las plumas, coquetas vedetongas que dicen haber dormido con futbolistas de capa caída, pop stars bajo la ducha y olvidados familiares de recordados famosos que llegan a la carga para decir “Hola” frente a cámara. Un “hola”, aunque más no sea, y después, marchar al ostracismo. La aparición de ese universo fenomenal, obliga a los medios a estudiar con seriedad al bizarro: un género que ya empieza a afeitarse y a buscarse alguna que otra noviecita, que al igual que las ramas jurídicas, posee autonomía científica, didáctica, legislativa y hasta jurisdiccional.
Científica, en cuanto al objeto-estudio que le es propio, la especialidad en sus principios (como no preguntarse qué tan verosímiles son algunas historias que sólo sirven para ganar minutos en la tele) y la tendencia a la completividad del (poli)rubro bizarro; didáctica, ya que a los fines de explicarle a los purretes de qué se trata toda esta fondue de chocolate vencido y mortadela, habrá que darle un espacio único; legislativa, por cuanto posee una serie de normas que dan solución a los problemas que se dan puertas adentro -el affaire de Guido Süller y un improbable gato platinado y megabaqueta, nació y murió en las fauces televisivas-; y jurisdiccional, por cuanto tiene su propio cause reservado, si hasta INFAMA festejó sus tres años en Sunset.
Y hablemos un poco de la fiesta de INFAMA. Allí, hace algunos meses, el carisma del ciclo que conduce Santiago del Moro y en el que acompaña Marina Calabró y Marcela Feudale, convocó una fauna riquísima: Carminatti -sí, el que estaba con Tinelli-, el mago Sin Dientes, el mago Black, Cecilia Oviedo -la ex de la Tota Santillán, ¿recuerdan?-, Torry -que coqueteó con la idea de ser jefe comunal por el kirchnerismo, en Villa Urquiza-, “el mini” de Duro De Domar, la Giovani, Agustina Brisel -que dice haberse comido a Martín Palermo-, las hermanitas Pombo, “Coqui” de Cebollitas -devenido en lobbista de la noche-, Electra -que en el VIP de Sunset, bailó “rabiosa” de Shakira, enfundada en un vestidititititititititito blanco-, Hernán Cabanas, Valeria de Genaro -célebre novia de Nino Dolce, a la que el cocinero hot le recriminó en el programa de Viviana Canosa: “Te gusta la cámara más que la pija, boluda”, en lo que fuere un Chernobyl de romanticismo televisado-, Rocío Gancedo -ex Gran Hermano-, Gisela Bernal, entre otros.
Todas esas personalidades -y los que vendrán, porque seguirán llegando sin que nadie los detenga en la Aduana del buen gusto al aire-, nutren la gloria de un género infravalorado por el esnobismo cultural. Además de entretenido, el bizarro tiene la cualidad de mostrarnos una parte humana de todos: los que pierden los anillos de sólo ver a un espécimen freak, son los últimos en soltar la revista de chimentos en el consultorio de cualquier médico de elite.-
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(imagen extraída de aquí)

lunes, 31 de octubre de 2011

Quiero un amor de bailanta

Este texto es un ejercicio entre este espacio y NoSeCulpe . Nace bajo la consigna de escribir un texto teniendo como partida una frase común, que en este caso, fue "Quiero un amor de bailanta". Inténtelo usted desde su casa o en su blog amigo, y hágaselo saber a quien hoy esboza el texto que ¿leerá? a continuación. Lea -claro- la otra cara del disparador en http://noseculpe.blogspot.com Gracias.-
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Quiero un amor de bailanta, de salvajes caderas por donde asome una tanga de encaje, amor de mujer colgada del parlante, de ferné con hielo en vaso plástico de litro. Quiero un amor de bailanta para dejar descansar los amores de bijou, que no son mas que afectos sintéticos y supersónicos. Quiero un amor de bailanta para poder desabrocharme la camisa sin reparos, mostrar el rosario pegado al pecho transpirado, agitar las manos en el aire, decirte ¡ay! amor, cantarle -contarle, confesarle- a un viejo amigo que me trinqué a su señora mientras él trabajaba de cadete en Microcentro o en una obra en construcción. Quiero un amor de bailanta para sentir el cielo recién caído en la pista de baile que resbala de lujuria, los focos extasiados -punzones de luz hirviente-, mis párpados apretados de ritmo. Quiero un amor de bailanta con romance de tabaco vencido, el acordeón en un solo eterno, el rumor de las uñas mal pintadas, tus ojos de bailanta sobre mis brutos labios de bailanta, gozar la cumbia y hundirnos en la palangana de una belleza más linda que la reputa madre que lo parió.-
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(imagen extraída de aquí)

jueves, 27 de octubre de 2011

respingada

Estoy a las puertas del error más estúpido de mi vida: soy Dondald Trump al filo de vender mi megaemporio para regentear una concesionaria Rolls Royce en Haití. Veo cómo el error garrafal galopa desde lo lejos, escucho que viene y no se cansa, me hace luces, enciende antorchas, agita pañuelos blancos y hasta me tira piedras. El error es un tren de frente, la bocina de bomberos, es una estrella incandescente que advierte, chilla con un hola, soy el error, estúpido, tenés que esquivarme. Acá lo tengo, cómo andás error querido, tanto tiempo, te venía perfilando pero nunca nos tuvimos tan de cerca. Sos más alto de lo que creí. Te conozco de otro lado pero puede que no me recuerdes, no importa, pero bueno, ¿tomás café? OK, yo tampoco quiero dormir, menos con el error en mi casa, en brazos, hambriento y en harapos. El error se presenta como una revelación madura, obvia, de bufón en crisis vocacional. Y uno lo escucha, lo ve, asiente, finge que entiende las guiñadas de ojo del error, que sólo intenta prevenirlo a uno y sin embargo uno ni le da bola, sigue ahí, en la misma posición. Al fin y al cabo, acá está el error, errorcito mío, te tengo de frente manteca, respirás cerca de mi boca, tenés un perfume divino y la nariz respingada, y te viniste de minifalda, qué atento, no hacía falta, error amigo: aunque sé que pesará la condena -lo que puertas adentro llamaremos la culpa-, no dude nadie que persistiré en este error hijo de puta, perverso y hermoso.-
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martes, 25 de octubre de 2011

esperma

Somos el pochoclo que se queda entre los asientos del cine, la salida de emergencia cerrada con candado, la alternativa de los adictos al juego, el Deportivo Me Hago Cargo De Que Vale La Pena, una compañía de amantes circenses, una sociedad irregular dedicada al contrabando de trampas para concubinos leales, la esperanza de las palomas sin esperma, los proyectos emprendidos en agonía, promesas de marineros homosexuales en altamar, borrachera de fin de curso, nostalgia para perdedores, el instructivo para desactivar una bomba en el lagrimal, la canción última, la libido de los africanos sometidos, la sangre que pierden las gaviotas cuando juegan a picarse por encima del mar, el descarte de la gloria, una buena idea, los siameses parasitarios, la nebulosa en las rutas brasileñas, madera de guitarra para callar el invierno, números impares, vacaciones interrumpidas por un velorio familiar, electricidad en busca del agua, una receta que la abuela jamás pudo concretar, bisturí olvidado dentro de un vientre, la pobreza de los intelectuales en canales de cocina, el fallido Bailey's que hace el tío Jorge en la casa, las mulas transportadoras de merca berreta, las ganas de mentirnos con un viaje que jamás haremos y el sexo que no tendremos en los vagones del ferrocarril Roca. Somos todo esto y qué puta suerte que con esto no alcance.-
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lunes, 24 de octubre de 2011

física

La elocuencia, 
la grandilocuencia,
la inteligencia, 
la paciencia, 
la indiferencia, 
la sabiduría, 
la epifanía, 
la melancolía, 
la precisión,
la seducción, 
lo impredecible,
la mística, 
la química, 
la física, 
la intriga, 
la puntualidad,
la belleza,
el misterio,
la exactitud
de nuestro desencuentro.-
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viernes, 21 de octubre de 2011

octubre

Te engañé el día de la lealtad peronista. Sé que para vos no significa demasiado porque sos apenas una tibia radical que le fue infiel al puñado de novios que tuviste, pero para mí es importante haber faltado al compromiso de nuestro afecto bolchevique. Haber estado dentro de otra mujer el 17 de octubre -justo un 17 de octubre, San Perón tenía que ser-, se me hace como una doble falta. No tengo ni la más mínima raigambre peronista, pero entiendo a la lealtad como algo más que el respeto a un símbolo partidario. La lealtad es esto. Nosotros fuimos una fórmula que no llegó a las primarias, un binomio con altas aspiraciones y bajo nivel de convocatoria. La única urna que nosotros podemos llenar, es la que viene acompañada por la procesión y las coronitas de flores. Seamos sinceros: esto no funcionó. Me hago cargo de mi falta en ese memorable 17 de octubre en que hubo un albergue transitorio, tres prostitutas para una moción por unanimidad y un sexo inconstitucional, pero eso no quita el fracaso de la dupla que supimos formar hasta que nos rendimos. Somos una izquierda vencida, irrepresentable, irresponsable e irreverente. Así me gustaste, y así te dejo: lealtad es también tener los huevos para bancarse las armas que empuña la soledad cipaya, gorila y golpista.-
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jueves, 20 de octubre de 2011

mamario

Sé que pensaste en el perdedor que aquí suscribe: me di cuenta porque me rasqué la oreja izquierda desde que me levanté hasta que me fui a dormir, y soy infalible para las supersticiones orgánicas que no tienen asidero razonable. Pensaste en mí: qué bueno saberlo y que estés acá otra vez. Siempre terminamos en esa escena estúpida de turistas que se cruzan en el shopping de la decadencia y hablan de temas intrascendentes. Pero me agrada que así sea -qué bueno volver a verte: no debería decirlo pero te sienta muy bien ese implante mamario-, y que volvamos al lecho tramposo sin culpa ni reproches ni ordalías inquisidoras de amantes despechados. ¿Te diste cuenta que siempre regresamos al mismo punto? Contame cómo estás, ya que anduviste pensando en esto y yo me anduve rascando la oreja, parece necesario que aclaremos la ensalada rusa que nos perdimos por ir a comernos el postre del vecino. Voy a mantener la compostura y no mirarte con ojos de quinceañera debutante, seamos prolijos desde el principio -desde este principio-. Ahora hablame vos, es una gran idea que mantengas este suspenso, pero estoy ansioso por saber lo que vendrá: si un raid de malas decisiones, o un encuentro con carpusa para meter los goles que desde hace años nos debemos.-
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miércoles, 12 de octubre de 2011

bombachones

Si me dejás, el inexorable desenlace de nuestro concubinato en llamas, será mi orden de captura -vivo o muerto-, porque voy a escaparme por los techos de nuestras madrugadas, treparé por las tejas, desnudo de noche y whisky vencido, vas a verme colgado de los ténderes donde las viejas dejan secar sus bombachones lavados a mano con jabón blanco. Tendrán que buscarme por las camas de mis ex novias: si me dejás voy a volver al cero a cero rendidor, a la defensa ganadora, la fórmula que me dio resultado antes de conocerte, la que garpó y me curtió. No podrás evitar que huya a lo cagón y me refugie en los acolchados de las únicas mujeres que me dieron lo que necesitaba: una mentira convincente, la estúpida promesa de que siempre iban a estar conmigo. Tenés entonces las coordenadas: buscame por los barrios que vos ya sabés, estaré pergeñando el verso para irrumpir en esos departamentos que dejé de ver para bancarme las sillas a medio romperse en casa de tu abuela con olor a naftalina. Ya no le temo a tu amenaza de divorcio violento, porque me doy cuenta de lo digno de rogarle auxilio a los pechos de la madre patria que son las amantes siempre limpitas y dispuestas a tenderte un oído y la piel firme de sus entrepiernas firmes.-
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lunes, 10 de octubre de 2011

milagro

Fui al cumpleaños de tu mamá porque ella mandó una invitación general vía Facebook, sin querer puse "asistiré" y sabés que no hay nada que me moleste más que dar mi promesa virtual y defraudar al anfitrión. Por eso caí tempranito al salón de fiestas -pegué camisa escocesa, chupines pulenta, shantas ganadoras-, llevé la mejor sidra en botella plástica que encontré en la góndola del supermercado chino y saludé a todos y cada uno de tus familiares, como si nosotros siguiéramos juntos -como si alguien de tu familia de policías por hobby, hubiese olvidado el raid de infidelidades e infidencias que nos divorciaron hace un par de años-. Verlos allí, todos juntos cual equipo de rugby en decadencia, en una punta del salón y sin hablarme, fue una brisa de viejas sensaciones que supe recordar entre sanguches de miga y fosforitos de jamón y queso. Fue lindo saber que tu primo sigue siendo el mismo obeso pendejo pelotudo que le pisa las manos a los nenes más chicos para que no manoteen las golosinas de la piñata. Tu abuela todavía usa ese perfume con olor a Pinolux. Y tu vieja -debo reconocerlo- aún se conserva: ostenta el envidiable pedigree de MILF asesina. En verdad, el cumple de tu mamá fue todo un éxito: no debí hablar con nadie y comí de arriba sin dar explicaciones. De todas formas, prometo que la próxima vez, tendré más cuidado con las invitaciones que me lleguen vía Facebook: no vaya a ser cosa de que volvamos a vernos de casualidad, yo con mis bajos instintos de supervivencia en pelotero, y vos con tu falsa superación y el milagro de tus tetas a estrenar.-
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(imagen extraída de aquí)

jueves, 6 de octubre de 2011

esperancita

La rubia toma la birome y firma al pie de la última hoja dentro de un pilón de veintitantas: firma y no tiene ni la más puta idea de lo que acaba de firmar, puso el gancho en un montoncito de obligaciones que desconoce pero que aceptó guiada por las persuasivas y cocainómanas explicaciones de los productores del casting porno más fantasma que pueda montarse en una de las oficinas de los edificios falopa de la calle Viamonte. Por contrato, la producción se compromete a deslizar el material a otros productores que triunfan en la capital de un país llamado Ni en pedo te vamos a llamar para filmar nada, es decir, un destino tan exótico como inexistente, porque el casting organizado por la productora Full Porn International Tapiales Films (FPITF), no es más que una cortina de humo que el dueño de ese circo acomodado por diez mangos -un gordo con eterna baranda a chivo, que con el curro del casting para la peli XXX, se revuelca con la ilusión de pendejas recién salidas del secundario y de las visitas higiénicas que hacen dos veces por semana a sus jóvenes maridos presidiarios- monta para cumplir sus más guarangas fantasías que ni por guita podría llegar evacuar. Entonces pone un aviso en la web -exige buena presencia, damas de pelo largo y bigote afeitado: el gordo no es ningún boludo-, invita un asado en la terraza de su departamento -paga él, compra un vino barato-, e improvisa la grabación piloto con la desesperación de las mujeres que se acercan a su rancho, entre medio tímidas y medio engañadas, con su esperanza -esperancita- recién lustrada, y con el sueño de que el cuerpo del gordo con olor a chivo, sus órdenes de director atolondrado que le exige que sonría para la cámara y finja que disfruta de una penetración con necesidades básicas insatisfechas, sea el pase obligado a una vida mejor, una pantalla remunerada con creces, jugosos contratos para producciones HD y merca del más puro manantial recién sacado de las excéntricas cocinitas de la Hollywood que tu hermano menor relojeará en la compu del living de tu casa cuando todos se hayan ido a dormir.-
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miércoles, 5 de octubre de 2011

tocuen

Cuando me pongo en pose de salame en happy hour, me gusta decir que podría haberme quedado con cualquier otra mujer que no fueras vos: alguna compañera del trabajo, las pibitas enloquecidas de Wisin y Yandel en cada boliche, tus mejores amigas e incluso tu mamá. En realidad, lo que me agrada explicarte en tono de ganador de premio Nobel, es que yo te elegí -sin ningún tipo de azar- de entre esa constelación amorfa compuesta por las casi tres mil cuatrocientas millones de mujeres que habitan la Tierra. Si lo pensamos así, no hay dudas de que te considero -al menos- especial, distinguida, destacable en una masa inconstante de mujeres diversas que podrían ser invitadas por mamá en cada cumpleaños, pero que no son invitadas porque la invitada siempre sos vos, y porque la casa es bastante chica y mamá no quiere dejar pasar a extraños -lo cual, en principio, me parece sensato-. Visto de este modo -mi mano que te escoge sin ningún tun tun: mi capricho de apuntarte, darte un puñado de razones verosímiles para que vivamos juntos, acertar y contar esta historia de mi talento improbable para quedarme con la mujer que se me ocurra-, me queda pensar que lo mío también tiene un mérito. O me gusta pensarlo así, con jactancia de empleado del mes. Igual, lo que más me gusta saber -saber, a ciencia cierta y por comprobación empírica: en tu caso no hay tocuen- es que vos sí podrías haberte quedado con el hombre que se te diera la gana, pero parece que alguien grosso pegó el faltazo y me tocó el jai definishon de los días.-
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lunes, 3 de octubre de 2011

deficitaria

Enemigos. Eso somos. Dormimos juntos y la pasamos bien, me acompañaste en uno y cada uno de mis aciertos y pifiadas sociales, pero ya no tenemos el proyecto que nos convocaba. No hay más nada que vos y yo podamos compartir. No te necesito y vos mucho menos a mí. Te tengo todavía allí, al pie del celular, a la expectativa de que yo deje caer la guillotina del preso eufórico en donde se dormían mis ganas de acariciarte la nuca. Y ya no. Prometo no llamarte cuando te vayas de copas. Quiero bien lejos tus premios y tus amistades. Tus aventuras decorativas. Tus intenciones de hacerme un bizcochuelo, de cocinarme sin siquiera saber cocinar. Desde el momento en que me transformo en un obsesivo, en que vos me lo recriminás, abrimos una chance que no tiene retorno: la de mi locura y la de tu sinceridad de aceite que hierve. Si soy yo, me hago cargo. Te dejo por loco, porque los locos se bancan mejor cuando no hay mujeres con proyección familiar. Si sos vos la que no puede llevarme, te queda la culpa de haber sido una deficitaria compañera. Da lo mismo. Lo importante -lo necesario- es que yo deje de sentirme una carga o el limón que te arruina la fiesta en cada fin de semana. No voy a seguir bailando en este mambo de velorio payasesco, no tanto por el hecho de seguir el ritmo desafinado, más bien porque desde chico tengo pie plano y el traumatólogo me recomendó dejar de inmediato las piruetas al momento en que ya sienta que no piso cómodo.-
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martes, 27 de septiembre de 2011

barítono

La perra quedó quieta frente al empapelado de flores. Respira el aire denso que le devuelve la loza largada por su propia boca entreabierta de donde pende una lengua de lija. La perra está despeinada y ciega: por eso se queda en ningún punto de la pared estúpida, que tiende a los colores cálidos y a mantenerse callada siempre que la perra se le quede con su vista muerta. Ahora la perra despeinada y ciega y virgen ronronea: gárgaras de barítono ahogado, cerradas y relajadas. Su queja es más bien un reflejo doméstico, el último capricho del dueño de casa, que como está solo y no tiene más que una perra despeinada y ciega y virgen y vieja, se le da por festejar el ronroneo de una perra que no debería ronronear porque son los gatos los que ronronean. Hace horas que la perra está frente a la pared, muy cerca de tocarla con el hocico y marcar el empapelado con esos mocos babosos que solo los perros de departamento son capaces de producir. La perra se ubica justo frente a la pared, quizá con la certeza de que está frente a la puerta de casa, aunque no es así (quizá lo intuya). La puerta está a unos metros. El dueño de la perra permanece de pie junto al teléfono gris, y aunque sabe que no sonará, tiene la esperanza de que por lo menos, su perra ladre.-
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lunes, 19 de septiembre de 2011

barrabrava

Soy un gol del barrabrava: anulado por completo. Así de tonto me dejaste, atento al silencio en la cocina, pendiente del ronroneo de la heladera, rodeado del ronquido del perro y del ladrido de la vecina. Entenderás entonces que no puedo más que recordar tu versión final, que siempre será un Lamborghini Gallardo al que el seguro le dio destrucción total: una obra maestra venida a menos, que supo ser lujo desmedido en la cochera del barrio y hoy es nostálgico descarte que se menciona como a un muerto, en pasado y con rabia de sangre. Nos quedaron cosas por hacer. Vos -claro- nunca dirás lo mismo, pero por suerte no te tengo para refutarme. Eso sí es bueno: peregrinar por las soft porno del cable, tomar café sin controlarme la presión arterial y opacar sin pruritos el brillo de tus días de gloria, todo por el mismo precio y sin que vos tengas la oportunidad de corregir cuando hablo de vos al momento en que se me ocurre devaluarte y describirte con solemnidad de noticiero en trasnoche. Puedo pensarte de la forma en que se me ocurra. Subir tus fotos en bolas, etiquetarlas en Facebook, ser reportado por las estúpidas políticas de una privacidad que jamás tuvimos, volver a crear un álbum fantasma con un usuario fantasma, reiniciar la cadena del despecho en otras redes sociales. Todo eso y sin tu consentimiento, con mi resentimiento y sin remordimiento. Faltaría que te enteraras. Que me oyeras mencionarte al pasar. Que te hagas cargo de este sepelio y que mandes una corona de flores. Procurá que sean lindas: al fin y al cabo, tengo la certeza de que volveremos a vernos, aunque más no sea, en un nicho cualunque de Chacarita.-
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lunes, 12 de septiembre de 2011

cucharitas

Se terminó la inspiración. Se secaron los pozos de mi creatividad en la B Metropolitana. Se agotaron las mieles que trajiste para el desayuno, y bien sabés que por la noche, soy una bestia miserable. Entiendo que nunca pensaste en la posibilidad de amamantar a este bebé muerto al que dimos en llamar nosotros, y no voy a echarte la culpa cuando te pidas el taxi en tiempo de descuento. Hay mujeres que entregan los puntos en la definición por penales, y está muy bien. Sí me intriga conocer las razones por las cuales persististe en este error sin derecho a réplica. Por qué aguantaste -aguantamos- los trapos frente a un scout de pechofrías cucharitas en invierno y frazadas prestadas. Si alguna vez creíste que yo podría volver a ser el mismo -que el del principio: las mujeres suelen pretender esas situaciones hirientes-, tomaré tu confianza como un cumplido noble, aunque me gustaría saber qué te hace pensar que soy yo el que se tiró a chanta e hizo la plancha para que vos acomodaras tus petates ahí cerquita de la puerta de casa. Si bien es cierto que soy un romántico fracasador serial, me cabe la duda de que hayas esperado a este momento para tomarte el palo con la famélica convicción de que hiciste todo lo posible para que sigamos juntos. Si fue así, igual agradezco el intento, y luego de que me dejes la llave adentro del cenicero -gracias por cumplir con este último pedido-, te agradezco a priori por la inspiración que arrimará tu precoz abandono del lecho conyugal.-
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lunes, 5 de septiembre de 2011

buró

Dejemos las cosas así. Finjamos que nada sucedió, que no me quemaste la camisa con el cigarrillo, que no te dormiste borracha en mi falda. Que no te acaricié la nuca, y no abriste los ojos, y no sonreíste, y no adiviné cuántos perros tenías. Hagamos de cuenta que fui yo quien te quemó mientras fumaba, que te hice un agujero en tu vestido y que -como le corresponde a un hombre torpe- me golpeaste con tu cartera en la cara, con tanta mala suerte que me cortaste un labio con el cierre, y te sentiste culpable, y me pediste perdón por una reacción desmedida, y te reíste cuando me reí de tu psicopatía, de tu agresividad evadida en la parva de años de terapia que acumulaste sin sentido por consejo de la loca de tu mamá, y que a mí me pareció interesante que me pegaras y volvieras para saber cómo estaba, que decidieras acompañarme a la guardia de un hospital para que me curaran, que decidieras acompañarme hasta la puerta de mi casa, que decidieras acompañarme hasta mi cama, que dejaras tu vestido -quemado con el cigarrillo- sobre mi buró rococó, que prometieras volver a buscarlo, que no lo hicieras, que no me respondieras los llamados, que a mis hermanas no les quedara tu vestido verde entalladísimo, que me diera pena tirar un souvenir tan costoso, que yo deseara que hayas sido vos la que me quemó esa noche con el cigarrillo para no haberme acercado a la posibilidad del afecto.-
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lunes, 29 de agosto de 2011

pocillos


Este texto es amigo de este tema. NNN idem.-
Otra vez encerrado en la jaula del zoológico clandestino que -a pérdida y rumbo a una quiebra fraudulenta- sostenés en el fondo de tu displicencia offshore. Encerrado y del lado de adentro: vos afuera, de viaje, madrugando puchos en el café de algún aeropuerto sin nombre. Con tus piernitas cruzadas -la minifalda celeste corrida hacia arriba, asoma tu ropa interior a juego con los zapatos negros, y tu pañuelo ajustado al cuello: horca de seda para cubrir un zarpazo que no es mío-, hacés turismo en el filo de los pocillos del café: son dos. Tenés a un tipo en frente: desde mi jaula puedo sentirlo. Sé que lo mirás sin atractivo alguno, lo mismo que observarías los adelantos del fútbol del domingo, con el cinismo con que mirabas el mondongo de mamá. Tus ojos verdes le cuentan lo aburrido que resulta un monótono comisario de abordo de metro ochenta y peinado a la gomina, y si yo fuera así -comisario de abordo, metro ochenta, peinado a la gomina- también toleraría tu cara de azafata violenta. Después de todo, si tolero estar en la jaula de tu indiferencia -Siberia de los amantes-, podría volver a bancar tu expresión de cartón corrugado (es más, me encantaría). Mientras, acá en el zoo, espero que me muerda el rinoceronte: la enfermera está buena y sería bueno invitarla a comer doble ración.-
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lunes, 22 de agosto de 2011

íes

Solo me amás cuando estás en pedo, querida. No te recuerdo sobria y desnuda ni en una oportunidad. Por eso quiero que nos encontremos en un café un miércoles a las tres de la tarde para ver si caes borracha: en ese caso tendrías un problema de adicciones y no un conflicto con mi imagen, lo cual me dejaría bastante más tranquilo. Te prefiero con tu petaca llena y mi corazón contento, pero aclaremos los tantos de este vínculo que sólo funciona con altos niveles de alcohol en sangre. Sentiría un gran alivio si supiera que no podés dejar de tomar -me ahorraría el analista dos veces por semana y el complejo de pensar que podrías dejarme cuando se te acabe la bebida-, porque así, vos pegada a tu jarra loca y yo en plan de patovica buena onda para que no te caigas al subir las escaleras, somos un dúo digno de karaoke presidiario. En cambio, si resolvemos la cuestión y ponemos los puntos sobre las íes -siempre quise decir esa frase-, confío en que llegaremos a un acuerdo en su justa graduación. Porque así, vos vino tinto y yo un cacho mal cortado de sandía, somos el remanente de un amor a punto de quebrar.-
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martes, 16 de agosto de 2011

barrabasada



Este texto suena mejor si comenzás a leerlo habiendo entrado algunos segundos en esta joya de Nina Simone.-
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Dijiste cosas que no necesitaba saber de mí, cosas que por solo haberlas dicho, te hacen peor persona a vos que a mí -que sos una mala persona; para qué andar con eufemismos, alguien que actúa con tu frialdad, no puede tener una sana intención-, que algún día me quisiste -pienso yo- y ahora me agredís porque parece que sufrís de amnesia emocional, y apostás a que algún día me van a venir a pintar la cara y no vas a ser vos, porque justo vos sos una mujer cobarde hasta para dar lecciones de lo que ni entendés, y te crees con derecho a darme alguna pauta, justo vos, con tu rodete siempre rubio y un Vietnam en la cabeza, vos y tu indecisión vienen a dar cátedra de tranquilidad con el espíritu, ahora sos discípula de algún nuevo gurú con best seller de autoayuda, con manual de Osho, apuntes de Coelho, vos te crees que podés venir a decirme cómo carajo tengo que actuar, con quién no debería discutir, ¿de verdad lo decís vos? que sos una de las mujeres más débiles que conozco, hablás de mí como si supieras, como si tu seducción de amiguitos de preescolar te diera credenciales para decir cualquier barrabasada de cualquiera, como si el hecho de que estuvieras buena te otorgara la facultad de despreciar al más discreto, vos no sabés nada de mí y yo solo tengo la certeza de que cuando estás sola en tu casa, mientras lavás el plato de la cena y los cubiertos, y te transpiran las manos por el agua caliente que baña los guantes de goma que usás para no estropear tu manicure, con la A.M. de fondo te ponés a llorar, y esa imagen no es más que Boca de frente a un River en la B.-
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jueves, 11 de agosto de 2011

xilocaína

Entre las anfetaminas y las feromonas,
la xilocaína y las neuronas,
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El sobrepeso y la masturbación,
la tristeza y la compasión,
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La playa y las gaviotas,
los intelectuales y los idiotas,
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La fricción y el diletantismo,
La computadora y el sedentarismo,
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El whiscola y la abogacía,
tu prima hermana y la policía,
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Tus obligaciones y mis derechos,
la arena fina en los berberechos,

La lana cruda y el agua tibia,
los peces mudos, la guerra en Libia,
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Los prófugos de Villa Celina,
los futbolistas en la Fiorentina,
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El mal humor,
el mal,
el humor;
entre todo,
te dejaste el cepillo de dientes.-
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lunes, 8 de agosto de 2011

albahaca

Vas a estar sola sin mí. Helada y sola. Ya no voy a cuidarte ni a procurar que llegues bien a tu casa: en caso de que se te insinúe un obesísimo taxista fumador de albahaca y con olor a chivo, no será un asunto mío. Si se terminó la beca poligámica que fueron nuestras charlas de amantes que se quieren de palabra, sabrás entonces que te haré doler el tiempo que ya no pasemos juntos. Espero que sufras. Que quieras morirte, y que te hundas en la depresión de no conseguir ni matarte, por cobarde. Si no es conmigo, que no sea con nadie. Y que te lluevan mis demonios. Que se te tape el baño y se te llene el cepillo de dientes con los inmundos microbios de las publicidades de detergente con lavandina y que se te rompa la cerradura y te quedes presa en la soledad de tu sillón con pelos de perro y sin mí. Eso: que sientas el peso de ya no tener mi compañía. Que te aburras del sexo maratónico. Que se te caigan las tetas, te tiemblen las piernas y se vuelva a escapar tu libido siempre famélica. Yo no voy a salir a cazar tu deseo perdido para que luego lo recicles con un tipo que ni conozco. Procurá que no fallezcan las plantitas que te regalé y que fueron descarte en una punta de tu balcón. Aunque sé que esas putas plantas también van a secarse. Espero que veas lo que conseguiste y que notes la diferencia, y que sea esa diferencia la que te obligue a volver con tu afecto cansado y bulímico.-
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(imagen extraída de aquí)

miércoles, 3 de agosto de 2011

cualunques

Dormí durante cuatro meses con una acróbata de circo: fue una pasantía -sin posibilidad de renovación- por el cuerpo delicatessen de una señorita breve y amiga de las peñas populares, de las tarimas iluminadas, de los ritmos rioplatenses y de las bebidas cualunques. Fueron cuatro meses de vértigo y noches bajo el cuerpo de una mujer flexible -de goma, maleable-, de elongación exacta y depilación definitiva. Ella salía del circo en donde oficiaba de rubia estrella, y yo salía de gira sin derecho a réplica, en calidad de partenaire del metro cincuenta que a la luz de los reflectores, disimulaba bastante bien el instinto sexual desenfrenado y su analgésica simpatía. Jamás intenté tomar el dominio de la situación en la intimidad: poco podía hacer frente a la coreografía de sus piernas electrizantes. Y además, para qué, si yo siempre fui el tipito de las palabras, el copiloto, el que no hacía deporte en el secundario. Qué sentido tenía improvisar las riendas para una cadera desquiciada, genuina, honesta. Jamás tuvo sentido esbozar esa pirueta de macho alfa -una caricatura de alguien que nunca fui ni me interesó ser-, y menos mientras la tuve a ella: tan simple, generosa y sin red.-
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lunes, 1 de agosto de 2011

Pinamar

Pinamar en invierno es una ciudad opaca, que pierde el glamour mediopelo -de camioneta cuatro por cuatro polarizada, manejada por adolescentes que escuchan cumbia vintage y toman birra del pico mientras le gritan hueveadas a las pibitas que caminan por Libertador- ganado cada verano. Ese color -colorcito- es una roncha que dura dos meses, y después queda esto: el frío cadáver de una región vestida de centro turístico para el público ABC1 de cabotaje, que no pudo -no quiso, no compró- ser Miami o Punta del Este y llegó a Pinamar, descanso y nostalgia de los dorados noventa.
Los tarjeteros con sus looks supersónicos y el hostigamiento invitacional perfumado de Axe, son cambiados desde el comienzo de julio por el folclore de un puñado de parejas que pasean con sus camperas hasta la nariz. Lo que en enero es un conglomerado de alumnos de secundario privado, cuando baja la temporada es un destino que se achica, con sus negocios cerrados y las persianas bajas. Todo cambia en invierno, hasta la playa.
El viento nos ahorra las bronceadísimas tetas de las MILFs sacadas de un especial de Olmedo, y en su lugar, puebla la costa con jóvenes matrimonios con un hijo que come arena. Debe ser lindo Pinamar en invierno para escaparse de Capital. Tiene ese barniz de reducto tramposo, obligado punto cardinal para visitar con un gato, comer en los coquetos restaurants frente al mar, derrapar fortunas en el casino -apostar un pleno en la ruleta al número que la señorita de minifaldas escoja, perderlo todo-, tomar Bailey's desnudo en la habitación de un hotel con vista al bosque. Debe ser lindo Pinamar en invierno para impresionar a una mujer a la cual no hace falta impresionar.-
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(imagen de NadieNuncaNada.-)

lunes, 25 de julio de 2011

descalificadora

Me alegra que hayas dormido con él: nótese que dije dormido -a veces puedo ser sutil, querida-, porque tampoco quiero inmiscuirme en tu intimidad alcohólica, en tu soledad nostálgica o en tu desnudez fatídica. No necesito saber qué hiciste para sentirme mal. No me cuentes el detalle de una penetración diplomática, de un champagne excéntrico, del afecto profiláctico. Suficiente con haberme enterado de que pasaste tu noche en paz. Él es un buen chico -creo, no sé, no lo conozco, ¿lo es?-, y juntos eligieron la mejor forma de alejarte de mí. Con él solo podría jugar al fútbol y pensar el método más eficaz para fracturarle las dos piernas con una misma patada descalificadora. Y con vos...nada. Ya no pienso nada. Ya no podremos ser ni amantes. No vamos a tener hijos. Nietos. Bisnietos. Vacaciones. No vamos a tener nada. Me defraudaste: sé que para vos no significa nada -nada-, pero era lo mejor que podías darme. ¿Se entiende lo que estoy diciendo o vuelvo a ser sutil? No me permitas caer en la tibieza de un comentario al pasar, porque creo decir un eufemismo al reconocer que haberte conocido llenó de sentido mis días, y sé que acabo de escribir una frase hecha y muy pelotuda, pero sólo me gustaría que te aproximaras al dolor que me produce saber que entre vos y yo no habrá mas que palabras.-
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(imagen extraída de aquí)