lunes, 1 de noviembre de 2010

hoyuelos

Celebro que al fin hayas podido desarrollar tu dudosa vocación: lamento que haya sido a costa mía, pero bueno, el arte siempre arrincona -"sacrifica", suena más romántico- a una víctima y de algún modo me agrada haber sido el justo modelo para que dieras con una obra respetable. Lo tomo como un homenaje -quizá para no sentirlo como una revancha, después de tantas veces en las que yo abusé hasta de tu casa para escribir cantidad de líricas denostaciones que sólo me sirvieron para dormir con otras mujeres-. Así como te dediqué la diplomacia de mi resentimiento machista y compartimos tantas noches que ahora catalogás de mediocres affaires con cenas pre-elaboradas -no sé qué buscabas, ¿acostarte con Doña Petrona?-, debo reconocer tu habilidad para recoger el guante y estrellarlo contra lo más sagrado de mi autoestima. Al fin pudiste congeniar lo precario de tu arte con el don que tenés para dañar a la gente. Y te salió un lindo lienzo, algo que nunca habías conseguido, lanzándote a la aventura de dibujarme desnudo. Muy desnudo. Mi cuerpo en un fondo blanco, el detalle de la pelusa eterna, mis ojos achinados, hoyuelos en la sonrisa y hasta te tomaste el atrevimiento de hacerme una intimidad tan ínfima que hasta corona el ridículo. Te felicito, qué decirte: ni sentido tiene que dé explicaciones. No hay forma de remontar esa cosita, refutarla y no caer en tu juego. Y ahora sí, me atacan unas terribles ganas de aplaudirte y tal vez besarte, aunque también me atacan unas terribles ganas de atacarte.-
.
.
(imagen extraída de aquí)

1 comentario:

Anónimo dijo...

GENIO! Figuraaa!!! Te re banco...

Estoy escuchando una vez mas de viajas locas y leyendo textos tuyos!!! Tengo los sentidos exitados!!!