jueves, 30 de septiembre de 2010

flogger

A ver, pasemos en limpio. Felicito a los dos por el robo al ciber: se cumplió el objetivo sin malgastar ni un solo disparo, lo cual es bueno para nuestra economía (ya saben: la inflación y la competencia en alza tornan al negocio una tarea cada vez más elitista). Eso como punto a favor. Ahora, fue innecesario tirar veintitrés monitores al suelo, arrancar con los dientes la conexión telefónica, decirle gorda de mierda a la gorda -gordita, no estaba tan gorda como para que la ofendieran con eso- de la entrada, ponerle un arrebato en el tabique al flogger que estaba lo más tranquilo cerquita de la puerta viendo hentai y manoseándose, robarle las zapatillas al repartidor de bebidas alcohólicas y prender fuego las camperas de los pibes que jugaban al Counter. Otra cosa: aunque sea a culatazos, siempre terminan matando al cajero, ¿son boludos? me obligan a meter mano a una guita toda llena de sangre, ¿no entienden que eso es evidencia? Por favor, tratemos de ser un poco más prudentes, ¿quieren? Laburen más en equipo, no se peleen por ver quién chorea más paquetes de puchos. Les pido un poco más de entrega, sacrificio y dedicación, sólo eso les pido, no más, y la próxima, la careta del Hombre Araña la uso yo.-
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(imagen extraída de aquí)

miércoles, 29 de septiembre de 2010

jogo

No me di cuenta. Qué se yo. Se me patinó el changuito y no lo supe calibrar: soy ligeramente torpe para el manotazo a tiempo. ¿Perdí la mística, eso querés decir? ¿Se fugó mi espíritu amateur, la imprudencia de los amantes atletas? Nunca tuve predisposición para el deporte sano y gustoso, el jogo bonito y yo nacimos para el divorcio, es una cuestión genética. Igual, sigo teniendo mis arranques ganadores, no lo niegues. A vos te gustaba mi ácida retórica jamás bien intencionada. Yo mismo -creo- te gustaba. Supongo que lo arruiné. Pero de verdad, no lo vi venir. A mí tenés que hacerme luces, no sé leer entre líneas y tengo problemas de vista: otra herencia del abuelo, un motivo más para que te busques un aliado con menos malformaciones congénitas en el riñón podrido del espíritu. Tampoco tengo aura: no recuerdo si te lo dije cuando nos conocimos (perdón por eso, ¿vale como mentira?). Si me ves bien, mi campo energético es todo de color bordó tirando para negrito, y todos sabemos que el bordó tirando para negrito es un color de mierda. Alejate de mí. O mejor no. Quiero que te quedes, aunque más no sea para hacerte de fóbico sparring -eso sí me sale bien-, sin siquiera hacerme ilusiones de algún día volver a ser tu partenaire.-
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martes, 28 de septiembre de 2010

petates

Mientras no llegue la inspiración, voy a poner un disco de Coltrane, barrer el sótano de nuestro afecto apátrida y lavar las tazas del último desayuno que tuvimos -ni lo recuerdo; seguro no hubo sexo-. Quiero que todo esté perfecto para cuando llegues y yo esté inspirado, listo para sonreír y vos en tu mejor pose de femme fatale -esa pose que tanto te gusta fingir-. Para cuando dejes tus petates al pie de la puerta de casa -corras a darme un abrazo, sientas el perfume de siempre- sabrás que yo ya estoy inspirado, que soy como antes pero con inspiración, que no hago más que estar inspirado después de haber sentido el sopor del aburrimiento filoso. Inspirado vas a quererme más, casi como una amante fiel, porque no hay nada mejor que un hombre inspirado -inspiradísimo, pensarás al verme-. Mientras espero a la inspiración -que viene de lejos, en carreta o de rodillas- voy a respirar para no perder la costumbre. Sería bueno que no me encuentre dormido, y que vos prepares café y te quedes en mis manos para tratar de calmarme.-
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viernes, 24 de septiembre de 2010

disparos de lucidez: #64

Hay algo más irritante que ser engañado: ser engañado y que el engañador no se dé cuenta de que lo que está haciendo es engañándote.-

jueves, 23 de septiembre de 2010

Starbucks

Me gustaba más cuando mentías. Ahora toda tan sincera, tan tu vida real, tan delirio de Starbucks y de la mano de él -que es uno de los accesorios más incómodos que te vi cargar-, sos una calcomanía del verano pasado en Las Toninas. Tu vida real es aburridísima. Y él me da sueño. Lamento que hayas cambiado el infame parque de diversiones que arrendábamos en el descanso de la escalera de mi edificio, por la inestable comodidad de sus besos dos estrellas. Cómo pudiste. No es retórico, te lo pregunto porque me intriga: cómo pudiste hacerlo. Y mirá que yo tengo criterio, pero él es un amante de enciclopedia, paseador de perros de peluche, un estante mal colocado, un Botero con anorexia. Él es tan tu vida, y tu vida tan monótona, y tus palabras tan obvias, que hasta dan ganas de no (d)escribirte. Te pido que al menos dejes de atormentame con tu felicidad de hamster suelto en un shopping, aunque no creo que te lleves tan bien con ese tipo. Insisto: él en nada se parece a mí, y ya por eso -soberbia aparte- me arriesgo a dudar. Si vos siempre quisiste juerga y delirio, o al menos un hombre con un toque más de ideas. A ese muchacho no se le cae ni el pantalón. Y hasta te habrá pegado el error de vivir sin inspiración, vos que fuiste tan arriesgada, tan aventura, tan voraz. Hoy sos una señora sin trampas, y sé que te ofende más ser una señora que una trampa.-
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lunes, 20 de septiembre de 2010

verga

A la actriz porno le falta un diente: el detalle -el hueco negro en la boca prolija en donde irrumpe con ritmo constante una descomunal verga brillante y lampiña- se torna evidente sobre todo en los primerísimos primeros planos de unos labios muy activos, encendidos de un placer nunca tan falso. En lugar de tomarse la cocaína que muy gentilmente compró el set de producción para los actores, el director debería poner el ojo en esas pequeñas pinceladas que arruinan el cuadro de filmación. Nadie pretende un intachable legajo de endodoncia, un currículum sin rodilleras, el acta de vacunación al día y el documento nacional de identidad actualizado, pero que a la actriz le falte un diente -y se note-, no pasa desapercibido y hasta podría entenderse como una tomada de pelo al espectador atento, atónito y tonificado. Una actriz porno sin un diente no es más que un presidiario sin tatuajes. Qué hace el director mientras esa triste felación mal parida se da justo frente a él; en qué delirio toxicológico está, con qué flipa para no ver ese túnel entre la fila de dientes blancos. Cómo no se pregunta quién permitió que eso sucediera, cómo nadie le dice que hay una ventana imprevista en una dentadura desalineada, cómo nadie se cuestiona qué pasó con ese diente: quizá el último invitado a una fiesta sin fiesta.-
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jueves, 16 de septiembre de 2010

andropáusicos

Volvió la libido a mis textos y las palabras a los sexos, el indeciso coqueteo con la idea del suicidio, el hambre crónico, el pánico a la mediocridad, la música de la prosa lírica, el romanticismo en los pies, la respiración a las tortugas de balcón, la tónica en la mirada de lo ajeno, la obsesión por ser recordado.
Volví a la casa de mi abuela, a sus tostadas de salvado a medio quemarse, al dulce de leche vencido, a la naftalina de los días sin gracia, al buscarse una ocupación a cada momento, al rosario sobre la cama, a la depresión optimista, a la fe de los andropáusicos y a la ilusión de los delincuentes.
Volví. Y conmigo, llegó el silencio.
Pero alguien canta.-
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sábado, 11 de septiembre de 2010

supermercado

En el exacto instante en que embadurno mis manos con un shampoo con fragancia a aloe vera y miel del Líbano, ella choca sus labios contra otro par de labios refugiados por un incipiente bigote mal formado. Mientras yo lavo con jabón en pan mis oídos aturdidos, ella actúa, finge que le gusta un beso de cualquiera (o quizá finja frente a mí que no le gusta). Aparte de eso, no se siente nada, divididos por unas doce cuadras que es la distancia que hay entre la ducha de mi casa y ese antro que hace honores al paño artístico del underground más marginal y que algunos freaks elocuentes e intelectuales de fiesta privada dieron en llamar teatro -calificativo por demás generoso-. A todo esto, ya me seco el cuerpo aún caliente del agua que todavía gotea, mientras imagino el encuentro de las manos en una escena sin televin, sus pechos duros contra los brazos de un actor que no necesita ni actuar para disfrutar de una mujer que sabe -lo entiende, lo reconoce- no es de él. Qué carajo tenés que meterte, quién te llamó, debería decirle cuando lo vea, pero para qué, si es todo de mentirita, como la espuma de afeitar, que en realidad no es espuma, es una pasta con olor a menta helada que ahora se escurre con los escombros de mi barba, y él no tiene barba -ni barba tiene el muy hijo de puta-, gracias si le sale ese bigote premeditado y estudiantil. Y así, entre reflejo y reflejo, desde mi habitación suena el jazz rasposo de un cuarteto de negros geniales, y en el ambiente, alguien me dice -el agua de la ducha que todavía corre, la gillette casi desafilada, el reverso del pote de shampoo más barato que encontré en el supermercado chino- que soy un gran gran pelotudo (pero limpio, eso sí).-
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(imagen extraída de aquí)