lunes, 26 de julio de 2010

García

Te trajeron en remis, te lavaron la cara, te dieron el vestidito blanco de flores amarillas y turquesas, te recogieron el pelo, te dieron un asiento -cómodo el asiento, de paño azul y respaldo reclinable, lindo, fino-, te pusieron la lagrimita en el ojo, te plantaron la cámara delante de los ojos, bajaron la música, encendieron las luces, armaron este silencio de velatorio en plena Isla Martín García, te libraron a un primerísimo primer plano, te ubicaron un decorado precioso, te dejaron ser, te dejaron, té, para mí con azúcar, para vos con edulcorante, 3 gotitas, 2 minutos de aire, una sola oportunidad y aquí nos vemos, dale, bailá, defendete, jugá con tu prosa prescolar, con tu consejo enemigo, con el poder de seducción que más de una vez nos convocó, me ablandó, me rompió, me atacó, me mordió, hacé algo con esta delirante materia prima, no sé, a mí nadie me explicó nada, yo pasé y te vi, ahora me quiero quedar, me voy a quedar, me voy, o bueno, un ratito más, ¿cuánto falta? ¿sirven algo? ¿sirve que me quede? ¿te sirve? OK, se me hizo tarde, no tengo nada que hacer pero ya es tardísimo, linda tu sillita de paño azul, linda vos, más lindo sería que me hablaras, o que hicieras algo, cualquier cosa pero no caigas de rodillas otra vez.-
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(imagen extraída de aquí)

lunes, 19 de julio de 2010

astreintes

Mujer que cae a la Facultad de Derecho -suerte de circo multiétnico, cultural y democrático- en calzas, es mujer que busca fiesta jurídica, pide orgía legal con rigor académico, solicita -previo requerimiento ante autoridad competente y habiendo agotado la vía administrativa- murra procedimental y partuza bajo apercibimiento de astreintes. Porque mujer que aparece con calzas negras entalladas -corriendo riesgos en las inmediaciones de Recoleta y desbalanceando la generosa proporción de 3 hombres por cada 10 mujeres en la santísima sede de Abogacía en la UBA-, lo que en verdad hace es motivar al sexo masculino a morfarse las dos horas reglamentarias de un curso intensivo en invierno. Es decir: mujer que luce calzas y sube las escaleras y mira y sonríe como si no estuviera en la Facultad a las 9 de la mañana y como si no hiciera frío y como si no llevara esas calzas sobre ese cuerpo digno de promover acción de inconstitucionalidad, es inspiración sorpresiva en medio de los comentarios homofóbicos de dogmáticos profesores de dudosa ética que comparan al casamiento gay con el capricho de unir a una jirafa con un ser humano, entre las acotaciones pelotudas de freaks adictos al moralismo berreta y las consignas políticas que sólo interesan a los que se reparten la torta presupuestaria. Entre toda esa melange, la cordura de una mujer en calzas -la cordura de unas calzas 80% algodón, 17% poliester y 3% de meimportauncarajoquemevean- rompe con un protocolo en decadencia.-
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martes, 13 de julio de 2010

Wikipedia

El tema no es que curtas de vez en cuando con alguno de los otarios de tus compañeritos del seminario de historia contemporánea -módicos hampones disfrazados de intelectuales en ascenso para dormir con señoritas de mente ajustada y caderas entalladas-, ni que te cautiven sus elocuentes comentarios estudiados de las páginas de Wikipedia, ni que compartas con ellos butacas de obsequio en teatros under del centro, ni que te hablen al oído y descubras que llevan perfume, ni que te tiren con su currículum de experiencias que yo no tengo por falta de interés en la materia, ni que aconsejen para vos un hombre como ellos, ni que olvides que de alguna forma y en algún momento existo, ni que las tres de la mañana no son horas de llegar y encender las luces de mi habitación derrotada, ni que te masturbes con la postal de tu vida junto a uno de esos tipos, ni que le sonrías a la expresión ganadora que yo les conozco, ni que tu familia vaya tomándose la costumbre de atenderle el teléfono a otro nombre que no es el mío, ni que yo sepa todo esto y deje hacer pero sin privarme de mi amargura y fume hasta que me revienten o los pulmones o la vesícula: el tema central -mi preocupación concreta e irremediable- es que ya no me interesa lo que hagas.-
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jueves, 8 de julio de 2010

Manson

Más allá de la comodidad de haber descubierto una familia más normal que el clan Manson, de que ya delegaste en mí la tarea de pagarte el monotributo cada mes y de que conozco la proporción de dulce de leche granizado que debe tener un cuarto de helado para que colme tus expectativas, está el tema -de impedimento técnico y economía física- del espacio: sobre tu pecho izquierdo y casi recostado hacia el centro de tu cuerpo, hay una muesca exacta en donde sólo cabe mi cabeza. Es un rincón preciso que te obliga -desde hace un tiempo y en adelante- a permanecer conmigo porque no hay otra estética que se ajuste a un tramo tan correcto, y sabemos que sería una pena que arruinaras la simetría de tus formas con otra cabeza cualquiera, que no haría más que desentonar -improvisar, distorsionar- sobre las líneas que yo mismo amoldé a mi gusto y con tu beneplácito. Es una hondura que me reconoce y me hace sonreír, inspira una vista magnífica en caso de que me recueste mirando a tu otro pecho -porque por lo general, vienen de a pares, y tu caso no es la excepción-, que no se sonroja por carecer del hueco exacto donde cedo a cualquier pregunta que por lo general me resulta incómoda, no se enoja porque a nadie le molesta que las cosas respeten su lugar en la naturaleza de la intimidad cotidiana.-
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lunes, 5 de julio de 2010

disparos de lucidez: #61

¿A dónde irá a parar todo el merchandising oficial y no oficial de la selección? ¿Las bufandas con los colores patrios, los muñequitos de Diego diciendo "la tenés adentro" y el patriotismo a mansalva? ¿Las vuvuzelas truchas, las promociones mundialistas en los bares, las promesas frustradas en cuartos de final? ¿En qué lugar depositan las camisetas y letras para estampar el nombre de Messi? ¿Dónde duermen los vendedores ambulantes, puesteros y buscas que comenzaban a montar su PyMe a base del rodar de un cacho de cuero inflado? Cuándo pasa la tristeza, cuándo es prudente dejar de hablar del tema y quién se da cuenta el momento en que ya no hay más nada para decir.-

viernes, 2 de julio de 2010

raid

En pleno raid sexual, entre la euforia de periodistas adictos al café doble de máquina y el coqueteo -finísimo fernet con cola rebajado con agua de la canilla- de las prenseras devotas del hoy por tí mañana por mí, en el lío envolvente y las burbujas del jacuzzi de habitación de telo venido a menos en el corazón de Once, frente a un cuerpo de mujer a estrenar y un preámbulo repetido y que no quiero ni oír, en ese lugar común -como el sexo, el tabaco y una porno que humilla lo más sagrado de mi propia intimidad- yo juro que te vi. Fuiste un reflejo en el vapor del momento, pude ver tus ojos casi verdes, tu expresión de aburrimiento crónico, y qué carajo hacías ahí, sin que nadie te llamara, tu cara de discapacitada emocional frente al placer de abordar una mujer muy diferente a vos. Por qué te apareciste, justo en ese momento en que yo me había despejado, colgado los timbos y aflojado el nudo de la corbata para pasar un instante de gloria -remunerada por hora (pero gloria al fin), made in los escondites más lúgubres a los cuales hay que llamar pero no ir a ver, cual rotisería clandestina en un sucucho de Mataderos-, y te apareciste, yo estaba tan bien, tan pero tan en la cima que hasta me dio pena decirle una y otra vez tu nombre y sin haberme confundido.-
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jueves, 1 de julio de 2010

verdulería

Estás por cometer un error grave, aconseja sin ánimos de aconsejar: más bien es un reto por anticipado, una queja que implica reproche, un te lo dije, un yo sabía que, y todo eso para darme un poco de miedo -poco-, el necesario como para confundirme al menos por esos minutos en que sus ojos apuntan y acompañan el ademán que hace con su lápiz, un gravísimo error vas a cometer, y ya no sé qué es lo que más le molesta, si el error en sí, la confianza que se tiene en el fracaso ajeno, o que el error sea sólo mío y -por esta y última vez- no de él, que siempre tuvo todo, manejó con profesionalismo el circo y los malabaristas y regenteó la verdulería como se administra una boutique, él sabe y eso lo entiendo, y por eso también me asusta, porque lo conozco, sé que espera algo de mí y que ya no tendrá nada más para esperar porque yo me voy, casi que me escapo, me corto solo por un instinto que él tuvo de joven pero que quizá olvidó, él sabe lo que es apostar, él lo hizo, y sé que cuando él me habla no lo hace con mala fe, yo lo entiendo aunque ahora mismo deba perderle un poco el respeto para desear que -por esta y última vez- él esté equivocado y divagar con que este error grave -gravísimo- será otro escalón a la gloria.-
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