miércoles, 16 de junio de 2010

convoy

El día que tu vida se estrelló contra mi vida fue algo así como el impacto de una Dodge 100 -la mismísima que debe tener todo fletero casi por definición- que se hundió en cada pliego de un Fiat 600 con el tren delantero vencido. Chocó toda tu provocación ganadora contra mis noches de dormir con la luz del baño encendida. Y me dejé. Dejé que vinieras. Que me arrastraran tus pasiones absurdas, tus olores a comida quemada y hasta llegó a gustarme tu comida, aunque rara vez cenamos. El día que tu vida se estrelló contra mis libros, en un pasillo cualquiera de una Facultad de Derecho aburrida desde su inicio, incoherente por el alumnado y mareada de tus paseos, ese día, tuve que cambiar mis convicciones para no quedar en ridículo. El día que yo mismo me hice cargo de tu sexo, dejé plantado al convoy de la decencia que sostuve hasta que tu vida implosionó la mía, tu vida que es un talibán malhumorado, carnicero tuerto, sinfónica desbocada, un alud impredecible al que hoy, sólo puedo mirar avanzar de frente, casi en silencio, sólo voy a sonreír cuando aparezcas porque el resto ya lo conozco, y me gusta pero me atormenta y desgasta.-
.
.
(imagen extraída de aquí)

2 comentarios:

Francisca dijo...

Me encanta esta nota NNN, de verdad es muy buena, transmite cada palabra, cada sentimiento.
Ojalá aparezca pronto y sonrías.
Un beso.

Fermina dijo...

genial!