viernes, 30 de octubre de 2009

silent

De ninguna forma vos merecés tanto amor de mi parte. Te da igual si es mucho o poco: mi amor es un elefante anaranjado, parado en dos patas en el living de tu casa. Y no lo ves. ¿Te imaginás un elefante anaranjado? ¿Te imaginás cómo sería si abrazaras a ese mismo elefante, si lo quisieras, lo cuidaras, lo hicieras amigo de otro elefante tan tuyo? Yo sería tan feliz con tus elefantes en mi cocina, los pondría a dormir sobre los almohadones de la India, les compraría perfume para elefantes anaranjados, y a vos te regalaría flores de todos los colores. Pero no lo ves. Nunca ves nada. Yo debo ser otra pareja de transición, porque no entiendo cómo es que si me querés tanto como decís, no te des cuenta de mis esfuerzos por hacer las cosas bien. Por eso digo, vos no me merecés. Vos necesitás un tipo de esos pelotudos, con gel en la cabeza y un auto tuneado. En el asiento trasero de un Fiat Uno con silent no entra un elefante anarajado. Apenas entra un jugador de basquet, si no es muy alto. Pero un elefante anaranjado, no. Menos si el elefante está vestido de traje: ahora mismo, él, sus crías y yo, aguardamos a las doce de la noche para decirte feliz cumpleaños. Qué lindo verte feliz, con o sin elefantes. Mi elefante anarajado está peinado a la gomina, tiene zapatos de cuero y ganas de escuchar tu voz. Ambos esperamos que atiendas el teléfono. Pero tendrás mejores cosas que hacer. Seguro. A mí no me queda mucho para dar. Sólo me gustaría terminar de bordar esta corbata negra para mi elefante anaranjado y sus ánimos suicidas.-
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jueves, 29 de octubre de 2009

milicos

De la Administración Paralela de Ingresos Públicos (APIP)

Señor empleador,

Tenga a bien blanquear a sus empleados, haga como el bueno de Don Carlos, no sea marmota. Y además, no lo olvide: sospeche del subordinado que asegura no masturbarse. Esa gente sí que es de temer. No le lleve el apunte al que se roba los lápices con su nombre, ni tampoco al que siempre llega tarde y se hace fichar por un amigo para no perder el presentismo. En cambio, mire raro al que no se procura un íntimo amor propio, y encima, está orgulloso de no hacerlo. Piense que ese mismo esclavo de su engranaje puede costarle la empresita, sí, la misma que con tanto esfuerzo montaron sus padres en la época de los milicos, en esos años en que los argentinos eramos derechos y humanos y pasaban cosas raras pero ellos no se daban cuenta. Los milicos se hubieran hecho cargo de ese particular empleado que usted tiene, que no se toca "porque esas cosas son de adolescente". Hágame el favor y téngalo entre ceja y ceja. Que no le extrañe que un muchacho así, caiga un día al trabajo con una ametralladora y abra fuego contra máquinas, empleados y almanaques con minas en bolas.-
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miércoles, 28 de octubre de 2009

malhumorada

Tu teta preferida es la derecha, lo tengo claro, esa a la que llamás Claudia cada vez que te sentís triste, y la otra, la izquierda, la que canta un tema de los Beatles si se abre la ventana y entra vientito, ella solita con su alma y sus ganas de sentirse querida, la izquierda no se ofende pero no te dirige la palabra, a la mismísima izquierda le pusiste Patricia, y a ella, a Patricia, no le gusta llamarse Patricia y por eso está malhumorada, mientras que Claudia saluda cada vez que puede, se abriga como un topo en un bosque de piel y sábana, y Patricia -celosa Patricia- es un tanto más tímida que Claudia, que cada tanto te cuenta un secreto y vos le confiás otro, y Patricia no dice nada por respeto nomás, pero se siente sola y como que no le gusta estar cerca de Claudia, viste cómo son, yo por eso prefiero a Patricia, me quedo con ella por no hacerle caso a Claudia, a esa sí que no se le puede arrimar ni un beso, que apenas lo ve venir, sale corriendo y te cuenta todo.-
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martes, 27 de octubre de 2009

emergencia

(El texto fue subido a horario pero bajo un día equivocado. Sepa disculpar las molestias ocasionadas).-
Me gusta que me vendan cosas por teléfono, y soy capaz de comprar cualquier pavada: cada vez que me llaman, me cuesta rechazar el ofrecimiento de las insulsas cordobesas entrenadas para ser correctas y capitalistas. Dejan al cliente en espera, le ponen una musiquita que uno le inspira paz, piden perdón a cada rato, no se alteran. Qué lindo una novia así. Bicho, a los fideos les falta queso rallado, ¿Me lo traés?/Sí, aguarde un segundo, disculpe la demora, gracias por comunicarse. Lindo que a uno lo traten bien, aunque sea para decirle cosas no tan buenas. Debe ser por eso que compro cosas, me quedo en linea y hago uso -y abuso- del servicio, porque me hacen sentir cómodo. Siempre tengo mi tarjeta de crédito a mano: uno nunca sabe cuándo pueden llamarlo. Pero me llaman seguido: entiendo que en cada call center habría un cartel grande con mi número: en caso de emergencia, llamar a este tipo. Si nada venden, ahí lo tienen, soy yo, presente, yo consumo. Sencillo, entonces marcan y yo atiendo, porque siempre estoy en casa. Y ahí nomás, no interesa qué sea, yo compro. ¿Depiladoras? Compro. ¿Jaulas para pájaros? Venga. ¿Colecciones de pornografía? Siempre. En algún momento voy a necesitar alguna de todas las pelotudeces que por el momento, sólo me hacen compañía en el living.-
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lunes, 26 de octubre de 2009

juanetes

Qué bien te vendría un freezer: un golpe de hielo y silencio, de aire fresco y desconexión. Voy a empaquetarte y a sacar pasaje para que permanezcas un tiempito en el Ártico de mi atención, lo más profundo de mis intereses. Ahí sí que ya no vas a quejarte de que te saco espacios para estar con tus amigas, vas a tenerte todo el tiempo y para vos solita, con la chance de contarle tus problemas al pedazo de torta que sobró en mi último cumpleaños, o a las milanesas que preparo y guardo para cocinar en mitad de semana. ¿De quién te vas a quejar? No vas a disponer de mi espíritu remisero, ni nadie a quien reclamarle que te haga masajes en los juanetes. La vas a pasar bomba: tomalo como unas vacaciones a Ushuaia, creyendo que visitarías Cancún. Será entonces como un imprevisto -fingí sorpresa, sé que podés hacerlo-: caer en ojotas a la nieve, hundirse en la escarcha, sentir el vacío en la punta de los pies. Te va a gustar el freezer, vas a tenerme con cuentagotas, voy a medirme hasta para ir al baño, rogarás que vuelva a ser el mismo. Pero no es un acto de crueldad, querida, es más bien una semblanza de justicia para no sentirme un perdedor con derecho a roce. En el freezer vas a recordarme, a extrañar mis medias sobre el televisor y que te deje la pasta dentífrica sin la tapita. Llevate campera, querida, que en el freezer faltará este pantriste para abrigarte.-
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domingo, 25 de octubre de 2009

viernes, 23 de octubre de 2009

merienda

Sí, lo sé, usted tal vez considerará que este mismo texto le llegó tarde, que qué improperio presentarme ahora, después de tanto tiempo, que además de llegar tarde siempre caigo inoportuno, pero usted quizá comprenda si le digo que siempre me hace lo mismo, yo siempre le vine tan mal a usted, tan a deshora, tan fuera de programa, que ya ni problema me hago. Cuando pude, me acerqué a sus ganas de no hacer nada conmigo. Y claro, siempre tarde me decía, ya está, ya fue. Yo llegaba con la crema cuando usted ya se había comido las frutillas. Qué lo tiró. Nunca pude pegar una, ni en los bailes del Club Liniers: yo me acercaba a usted y al instante usted ya tenía otro compañero. Sus ojos me hablaban: tarde, reclamaban. Y ahora ¿Qué es de su vida? Seguro es un mal momento para que volvamos al diálogo, a las tratativas para juntarnos y tomar esa merienda que me prometió después de la cita en la que yo llegué tarde a nuestro almuerzo. Disculpe, sabe cómo soy, no me doy mucha cuenta. En fin, la dejo porque se me hace tarde. Espero que nos veamos pronto. No está casada, ¿No? ¿Tiene hijos? ¿Los tuvo? En ese caso felicitaciones. Debe ser una buena madre. Aunque preferiría que no los tuviera. De otra forma, usted pensaría que nada cambió después de tanto tiempo y que una vez más, llegué tarde.-
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jueves, 22 de octubre de 2009

Dramamine

Ahora que ella dice nada va a cambiar, y me acaricia la cabeza y sonríe con esa estúpida mueca que se empeña en sostener cada vez que sabe que miente, ahora sí que no tengo dudas de que nuestra relación es un cerdo herido de muerte. Pero ella persiste, de verdad, todo va a estar bien, te lo prometo, y yo que no prometas pelotudeces, ¿Querés? Pero ella no quiere, ella confía, confío en esto y en que vamos a estar bien, vas a venir a visitarme, cuando los dos sabemos que eso es imposible: con mi sueldito en el frigorífico no puedo sostener un viaje mensual y además, procurar ser feliz; no voy a viajar, vos te vas y pero son pocos meses, pero igual te vas y te desentendés y pero voy a volver pero nada va a estar igual, ¿O te pensás que la gente no se muere en un par de meses? ¿Nada cambia? ¿De verdad pensás eso? Nada tiene por qué cambiar y ya me metiste el "nada tiene por qué...", y dejá de sonreír, no hay nada que festejar, y este café que preparaste es horrible, ¿Seguís comprando soluble? ¿Seguís creyendo que nada va a cambiar? Abro los ojos porque sé que agoniza este sentimiento que alguna vez cuidamos, y ahora no habrá nada que cuidar, la puta madre, cuidate en el viaje, llevá Dramamine que vos sos de marearte, chau, voy a extrañarte, sí, yo también, y el cerdo chilla de sangre.-
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miércoles, 21 de octubre de 2009

mesías

En el constante aprendizaje por hacer de este concubinato infame un binomio ganador, fui dejando de lado mis posturas a medias y la melena rubio-platino que supo acompañar el turno cada viernes y sábado de religiosa trampa con tarjetas de descuento. Tuve que acostumbrarme a extrañar a una sola mujer, recordar una sola dirección a la cual regresar, un sólo gusto -a los sumo, dos o tres- de helado, y de cuidar esa delgada consecución de cosas únicas, detallar momentos sin repetir y sin soplar, sin decir algún otro nombre, sin pifiar para no tener que dar explicaciones. Un nuevo Pepe Grillo -más bien desafinado pero coherente- se hizo cargo de mis impulsos: es bueno que alguien responsable domine a tal nivel de (in)consciencia -medio torpe-. También tuve que ceder mis armas más ortodoxas, reconocer cuando hay que callarse la boca y callarse la boca en esos momentos en que alguien espera algo de uno. El misterio teje necesarias redes que destejen los soberbios y los pelotudos. Vos también debés haber aprendido algo -aunque quizá sea mejor que no me lo digas-: abandonar el turismo en mi bandeja de entrada, prolongar tus visitas higiénicas y haberlas convertido en proyecciones a largo plazo, tal vez hayan sido algunos de las moralejas que ofrecieron mis cenas quemadas y las ganas de que seas vos el mesías de la estabilidad emocional. Dejaste algo muy bueno en mí. Ya no debo ponerle nombre a mis hijos ni elegir el diseño del papel higiénico. Todo lo que vos prefieras estará bien: al fin y al cabo, uno deja que le den órdenes para ver que al fin, se ordenan las piezas del tan manoseado puzzle interno.-
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martes, 20 de octubre de 2009

rasti

Nuestro amor es una planta de marihuana que me regalaste para el primer mes de novios: loca de mierda, ¿Qué te pasa? ¿Cómo voy a dejar una maceta con faso en el living? ¿Vos querés que la asistenta social nos raje al carajo? Ya tenemos una causa por violencia doméstica -la gorda puta del noveno "A" denunció que le pegamos al gato-, ¿Y pretendés que viva lo más campante con una chala entre mi primitos que juegan con los rasti? ¿Qué buscás? ¿Que mi perro se la morfe y me vomite el parquet? Yo entiendo que seas jipi, que tus viejos anden en bici y que cultiven sus propias hortalizas, yo te respeto lo de que nuestros hijos van a ir a un colegio Waldorf, que vamos a darle libertad sexual y a permir que decidan su religión, pero en mi casa somos normales, una familia tipo, buena familia lo que se dice, de gente responsable, de buenas costumbres, buenos ciudadanos, buenos vecinos, y vos no podés venir así como así a bardearme con esta planta divina que dimos en llamar Ernesto -símbolo de nuestro amor, nuestro amor se llama Ernesto-, no podés pedirme que la cuide como debo cuidarte a vos y a nuestra relación estupefaciente, natural y por momentos, de contrabando.-
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lunes, 19 de octubre de 2009

fiebre

Te di la mayor prueba de algo -relacionado con el sentimiento, no quiero ponerle nombre, y además, ese algo ya no existe- que un hombre es capaz de ofrecer: no me acosté con vos -decir "coger" me pareció un poco fuerte- mientras pude. Te tuve como tantas veces imaginé en pleno viaje dentro del subte, en esos momentos en que no pienso en nada y por despejarme con algún tema de Joao Gilberto, se me ocurre dibujarte como a mí se me antoja, con o sin ropa -por lo general, sin ropa y encima mío-. Entonces te tuve desnuda -tu camisa en el suelo, al pie de la cocina-, emocionada de champagne -buen champagne, de los caros-, confundida pero entusiasmada. Yo estuve ahí, detrás tuyo y adelante de todos -vaya uno a saber cuántos...-, y por un impulso que aún me cuesta descifrar, te dije que mejor no, que para qué, si nos queda tiempo -qué cursi, ahora que lo pienso-. Todavía creo que estamos a tiempo de igualar las veces en que te imaginé, con los momentos que nos falta compartir. Mirá lo que te digo, fijate lo que hice: por respeto -a vos, claro-, sacrifiqué una noche con la mujer adecuada, hice saltar la banca seducido con la posibilidad de quedarme así, con vos, por el resto de nuestras mañanas sin casarnos con nadie -le tenés fobia al compromiso, me di cuenta-, aposté y un poco me mentí a mí mismo para sentirme bien -típico que lo haga-, cuando jamás diste ningún indicio de que podríamos llegar a convidarnos más intimidades con la voz de Sinatra. Mis amigos van a burlarse -ya lo hicieron-, pero vos tal vez entiendas que cambié la fiebre del momento para rescatar ese affaire que nos convocaba de a ratos. Vos tal vez entiendas.-
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viernes, 16 de octubre de 2009

contado

Sueldo que cobra, sueldo que deposita limpito limpito en esa vieja casona del Bajo Flores, sucio puterío de trolas sin jubilación y de botellas de licor vencido, rebajado con alcohol etílico. Cada principio de mes le cruje el estómago, lo espera una sonrisa de Silvina para cenar y le sonríen los bolsillos, rebalsan de un sueldo contado varias veces, cuidado y descuidado en una noche con la misma puta de siempre. A la Silvia le dice que le roban o que se le cae el fajo en el tren. Total es mi plata, piensa pero no se lo dice. En cambio, se desquita en la casona que guarda sus mejores momentos desde hace once años, ¡Once años yendo una vez por mes! Como sonámbulo se toma el 132 y de ahí patea hasta el rancho, toca timbre, la voz de siempre que lo saluda, la misma mina que se acomoda la minifalda y que jamás se tapa las raíces negras que contrastan con el amarillo quemado de las puntas crecidas. Paga el trago, preguntas y respuestas de protocolo, y después sí, besos contra un labio leporino, perfume a lavanda del desodorante de ambientes, una teta que asoma, él que deja la plata sobre la mesa y Silvina que saca la tarta del horno: ya es hora de cenar.-
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jueves, 15 de octubre de 2009

Floripa

El bebé nace, y si tiene suerte hay una madre dolorida pero emocionada, un padre nervioso, un doctor que corta el cordón umbilical. Si hay suerte hay una sala de espera, la abuela que llama a los tíos que no pudieron venir, los tíos que pudieron venir con un festejo improvisado en medio del olor a hospital. Entre toda esa suerte habrá una nursery, una manta color celeste, más bebés con más o menos suerte. Después de un tiempo el bebé crece, frente a una computadora, los rasti o juguetes improvisados. Habrá el uniforme del colegio privado, un guardapolvo blanco o la expectativa de salir del pozo. De todas formas habrá intercambio de figuritas mundial '94, mundial '98, tristeza mundial por no tener nada para cambiar. Si hay suerte con las mujeres habrá una, dos, diez personas a las que invitar a salir un viernes a la noche. Se abre una gama de drogas, alcoholes, placeres para cominar. Habrá calles que cruzar sin ayuda de los padres: caminar en rojo, aguardar en amarillo, esperar en verde. Con el tiempo se acercará un tipo dispuesto a cagarte siempre, un tipo dispuesto a cagarte cuando pueda, un tipo dispuesto a darte una mano cuando pueda. Uno se queda con lo bueno, con lo que tiene al alcance, o con la ilusión de algún día tener algo. Pega un laburo interesante, asciende por mérito propio, por mérito de alguien más o retrocede por el mérito de algún otro bebé que tuvo más suerte hace unos cuantos años. El trabajo te aleja de una mujer insulsa, te posiciona en el engranaje cotidiano o te acomoda en el lugar correcto. Si hay suerte habrá una quincena de vacaciones en Floripa, en Aguas Verdes o en una casa precaria. Los días se pasan entre decisiones insignificantes. La vejez es un geriátrico en el conurbano, en casa de los hijos -con o sin suerte-, o en la compañía de alguien que hace que aguardar el cajón sea un poco menos tedioso. Si hay herencia habrá una parcela privada, sino será el cementerio estatal o las cenizas desparramadas en algún lugar no visitado en vida. Al fin y al cabo, todos se encuentran en el mismo sitio, deseando una vez más volver a ser el bebé con su felicidad de buen salvaje.-
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miércoles, 14 de octubre de 2009

escotes

¿Qué se le pasó por la cabeza al primer mono -petiso, encorvado, sucio, deforme y que apenas caminaba con los nudillos sobre el suelo de tierra- cuando tomó la decisión de meterse adentro de una mona cualquiera? Es decir, ¿Cómo se le ocurrió? ¿Qué dijeron sus compañeros de caverna? ¿Sos loco vos? Asqueroso, mono chancho, salí de ahí, ¿Qué hacés con esa cosa en la otra cosa? Ni nombre tenían. Y el mono que siguió porque se le había ocurrido que sería una gran idea, un gran juego, y al principio fue objeto de chistes, de críticas, era el mono más estúpido de todo el reino animal, hasta los osos hormigueros se le reían -con lo boludos que son lo osos hormigueros, se sabe-. Y el tipo siguió, las primeras veces pedía perdón, y las monas no se negaban porque de tanto en tanto que algún mono te diera bolilla no estaba del todo mal, los tipos se iban a casar perdices o a chupar aloe vera y las dejaban ahí tiradas a todas las monas, que ni de tejidos podían hablar, ni chismes tenían porque no habían ni peluquerías, ni canales de cable, ni tinturas ni escotes, lo que sí hubo después de un tiempo -después de nueve meses- fue un monito parecido al mono impulsivo, y eso seguro sorprendió a todos: ver que la ocurrencia de un mono aburrido se había convertido en un simio que ahora imitaba al padre -porque los chicos siempre copian a los grandes-, aunque es lógico pensar que aún más les sorprendería a la manada y al mono mismo, descubrir que las cuotas-parte de su curiosidad -su impulso mal visto por la sociedad monística de aquel entonces-, hoy genera altísimos dividendos en la hipotética y despiadada bolsa de valores de las relaciones humanas.-
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martes, 13 de octubre de 2009

tupé

Volviste a pensar en mí, sin aviso previo ni mi expreso consentimiento. ¿En qué habíamos quedado? Cada vez que te toparas con algo mío en tus cajones, con un amigo en común o en caso de que vieras en la calle a alguien parecido a mí, reprimirías las ganas de recurrir al último recuerdo de nuestra estabilidad herida de muerte. Y ahora volvés a pensar en mí: lo sé porque me sangra la cicatriz de la hernia, y ayer casi piso a un viejo en la 9 de julio. Cometiste la imprudencia de volver a pensar en mí, con lo claros que fuimos antes de olvidarnos uno del otro: nada de llamados ni de impulsos alcohólicos ni de pensar en mí y yo en vos, y siempre vos tan rebelde, vos sí que te salís con la tuya y no te importa nada. ¿Qué te creés? ¿Que yo soy estúpido? ¿Que no me daría cuenta? Ahora pensás y esperás que yo no haga nada, que despierte como siempre y que no se me corra la tinta en las hojas, ni se me pierdan los alicates ni se me pasen las tostadas. Volviste a pensar en mí y yo ya no puedo ni pensar en mí, porque cuando a uno le mienten o lo engañan, no corresponde seguir trepado sobre una maqueta de papel mache. Pensaste en mí y tuviste el tupé de comentarle a alguien. ¿Sabés? Te pediría que abandones tus impulsos histéricos, y que pienses un poquito más en mí -pero bien-, porque de otra forma, no es que voy a volver a pensar en vos, sino que procuraré que deje de importarme.-
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viernes, 9 de octubre de 2009

churrasco

Pierdo el tiempo con una mujer que no me quiere ni me extraña. Cada noche, me pierdo en los lunares de su espalda hasta que me quedo dormido. No hay besos, no hay sexo, no hay ¿Te molesta si prendo la luz para leer? No hay nada. Hay ganas de cambiar, de tirarle Pinolux en el churrasco, de cogerla con violencia sobre la mesa del comedor y que a ella le guste. Pero nuestra cama es una carencia que tropieza con su propia estupidez. Yo mismo soy un idiota que todavía intento quererla. Pero qué gran pelotudo que soy, cobarde, inconsciente, que creo que le hago un bien a alguien, ¡Y a quién carajo le importa mi almohada! Los lunares en su espalda, mis ganas de volver a tenerla como cuando eramos una pareja. Ella cree que está todo bien. Pero nada está tan bien. Detesto que me sirva las milanesas frías, que me toque con sus manos frías, que me halague con sus palabras frías y vacías. Y que al final de la noche, cuando se aburre de los programas del cable y de las revistas de decoración de interiores, sonría para luego besarme la frente y asegurar yo no merezco tanto amor de tu parte. Es cierto. Vos -perra, hija de puta, cínica, hermosa, perfecta- no merecés ni que yo te escriba estas mismas palabras.-
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jueves, 8 de octubre de 2009

patalea

Sobre Reconquista al 100, hay una loca que cada tarde se pone a despotricar contra el sistema. Habla y grita y mira al cielo, le explica a los trajes negros con Blackberry que la vida es una desgracia, paren de caminar, se está muriendo gente, y repite que se está muriendo gente. Caminen más despacio, nos echa la culpa -sí, a todos- de que el mundo sea esta mismísima garcha, y advierte que los bancos y el gobierno están conspirando para derrocar a Dios. La gente se ríe. Pobrecita, le dicen. Algunos la mandan a callar, y ella contesta peroporquénosevanunpocoalaconchadesumadre. Entonces llega la policía. Le piden documentos, no tiene, le hacen preguntas, se niega, la meten en el patrullero, patalea, la dejan en la calle, la golpean, ella sangra, escupe, vomita, y al otro día, vuelve a su esquina en Reconquista, con el mismo discurso de todos los días: se está muriendo gente y ustedes comiendo hamburguesas con papas fritas. Sí, con papas fritas. Mientras alguien dirige la batuta de esta gran sinfónica de sordos, una loca del orto se pone a vociferar pelotudeces para que la gente de los edificios del Centro se asome por la ventana. Nadie tiene los huevos suficientes como para decirle que lo que grita no es verdad.-
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miércoles, 7 de octubre de 2009

oxidada

Mi lugar más triste queda justo a un lado de la vía, donde se junta la mugre de los ríos secos, alcoholes vencidos y el descarte de las lluvias que arrastran esperanzas cartoneras. Ese lugar siempre me queda muy cerca: cada vez que cruzo la vía, intento ni mirarlo. Es una canaleta oscura, oxidada y anónima, y en las noches, los borrachos se juntan para orinar y caerse muertos. Nunca me olvido del rincón entre las vías y el pasto, es una fosa de latitas vacías y chapas despintadas, y si hay suerte no hay agua estancada, y siempre se encuentra algún que otro perro muerto. Es el peor rincón de mi cabeza, de mi barrio, de mi popio fondo. Si por esas cosas me encuentro mareado, cierro los ojos para estar lejos de la vía y sus trenes que pasan. Me gustan los trenes aunque sé que no llevan a ningún lado. Es peligroso el rincón de la vía. Uno nunca sabe quién puede pasar por allí. Se huele la podredumbre de los deseos propios. Allí no hay palabras ni razón ni consuelo. Pero mi rincón menos conocido, el espacio que dejo entre la diplomacia y la sonrisa de compromiso, es a la vez la mueca más genuina.
Fumando y de invierno, ahí te espero.-
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martes, 6 de octubre de 2009

jubilado

Odio que las cosas terminen. Me pasa desde que soy chica: cada vez que papá leía el final de una historia, me ponía a llorar. Cuando cumplí diez años y me mandaron a levantar los vasitos descartables después de la fiesta, tiré al piso lo poco que quedaba de la torta de crema y frambuesas que había hecho mamá y comencé a romper las cortinas de la desesperación. No puedo ir al cine: me enferma ver los créditos. Y ahora que estoy con vos -ahora que no estoy con vos- te siento tan lejos, tan yo en mi cama y vos tan en tu auto camino a tu propia cama. Nunca encuentro la mejor manera de despedirme. Robo pequeños souvenirs en cada cena. Te robo besos y horas de descanso, con lo importante que son para vos las siete horas de sueño, parecés un jubilado en vacaciones, no entiendo por qué te vas siempre tan temprano, a dónde corrés a refugiarte, ¿Qué tengo -qué no tengo- para que huyas de mi caloventor y de la comodidad de despertar juntos, de que te haga el desayuno con tostadas de pan de salvado y mermelada de frutilla? ¿Cómo dormis por las noches? Explicame, vos que sabés mucho de todo, a mí que me quedo sola con los peluches que sacaste en esa máquina de Villa Gesell, esta vez explicame vos a mí que yo no sé ni cómo despedirme y siempre que cortamos me queda un saludo atorado detrás teléfono.-
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lunes, 5 de octubre de 2009

industrial

Mujer católica, por favor, no me ame, o al menos, no me ame a mí -que soy un prójimo- como a sí misma, porque usted, señorita de hábitos -nocturnos-, usted sí que no se quiere ni a usted misma, sino no se entiende cómo le hace tanto mal a su cuerpecito de feria, sus piernas de maqueta industrial y su nariz siempre tan tibia e irritada. Quiera mejor a sus enemigos, ellos sabrán apreciarlo más que yo, que yo soy un simple pecador de poca monta, un practicante a escribidor noctámbulo y silencioso. Sepa disculpar usted, que peregrina a cada lugar donde hay una virgen, que todavía tiene algo en que creer a ciegas: a mí no me queda ni la ilusión del primer amor, y usted confía nada más y nada menos que en Dios, ¡Vaya que tiene en quién creer! En cambio yo ni eso, creo que todo el mundo me caga -disculpe mi vocabulario-, que todo el mundo traiciona, que nadie perdona sin antes asegurarse un favor a futuro. Usted sí que es un ejemplo: fachada y decorado, caño y gambeta, pan y circo, usted sí que tiene de todo y para repartir entre los que menos tenemos, pero esta vez -no lo tome a mal-, yo pongo la otra mejilla para no quedar amarrete con su encanto pagano, aunque pensándolo bien, si le agarran ganas y ve que tampoco me resisto, si por esas cosas ve que pongo la mejilla, los dientes y el codo al saltar en el corner, si pasa cerca déjeme algún beso, y después, que Dios nos ayude.-
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viernes, 2 de octubre de 2009

casting

Ella es actriz, es famosa -prestigiosa digamos, queda mejor, aunque a la larga sea más o menos lo mismo-, se besa con tipos lindos y hace desnudos -de cuerpo completo, nada de medias tintas, yo me busco problemas enteros- frente a la gente linda y fea, sin distinción de público. Yo de a ratos hago alguna nota linda, me junto con mujeres interesantes que cuentan cosas aburridísimas y aún así, la ecuación siempre parece darme negativa: ella la pasa mejor que yo. Hace un par de semanas le comenté que me pondría a estudiar teatro -para ver qué pasa, para no sentirme tan disminuido-. Pero ella se negó, me dijo que el ambiente es un puterío, y que el sólo hecho de pensarlo -pensar en actuar-, me hacía entre un poco pelotudo y otro tanto pajero. Sólo quería ver qué tan ridículo me queda ser un galán, hacerme el tipo-lindo-que-besa-chica-linda, ponerme a su altura sin sentirme culpable. Y ella me dijo que no, y no es no, vos no vas a ir a teatro, y pensé que ella no tenía derecho a negarme la fama y los escenarios, pero igual le dije bueno y ella no sonrió pero quedó conforme con mi respuesta. Ahora mismo ella está en otro casting, rodeada de actores homosexuales y de chicos lindos heterosexuales que no dejan de cogerse a la masa femenina del jet set. Por momentos me viene la tranquilidad de saber que ella sólo me quiere a mí -no deja de repetirlo-, hasta que recapacito y me doy cuenta de que de una u otra forma, soy tan sólo otro cornudo consiente.-
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jueves, 1 de octubre de 2009

progre

Yo sí tengo algo que decir. En principio, me da vergüenza -de la propia, nada de ajena, yo me hago cargo- la pantomima que hacés en cada reunión, tratando de exponer ideas estúpidas como si fueran geniales, discutiendo cuestiones que a nadie interesan, pero con solemnidad de lo urgente y necesario. Te jactás de la soberbia que hoy tenés, rodeado de seguidores y pelotudos que te arengan por donde vayas, escuchan tus monólogos de anécdotas que jamás existieron, comentarios que son de otros pero que ponés en boca tuya, logros que te adjudicás y en los que sólo tuviste una participación menor. Sos una pretensión inútil, crítico cítrico patético, vestido de progre te la das de intelectual, de fino y artista, de freak elocuente, promiscuo y encantador, pero yo sé que sos un alcahuete de bajo vuelo, siempre que pudiste venderte lo hiciste, y si se presentaba la oportunidad de mandarnos al muere, lo hacías y casi con orgullo. Nunca tuviste el coraje de mantener el uno contra uno. Sos un cagón tan lírico, un payaso de saco y corbata, con oficina, gran biblioteca y fobias.-
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