martes, 31 de marzo de 2009

protocolar

Coyuntura obliga a subir más de un texto.-
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Siempre habrá dos formas de irse de un lugar, sin importar de qué lugar hablemos. Uno puede cortar con la novia y despedirse dejando caer a su paso cuadros, libros, jarrones, lámparas, resentimientos, pases de factura y demás objetos de valor. En esa partida se puede hurtar, o incluso, robar, haciéndose responsable del agravante que resulta del uso de armas de fuego. Esta es una alternativa, queda el otro modus operandi: hacer una reverencia, dar el pésame protocolar que sobreviene a una ruptura por una relación que -bien intencionada, mal encaminada- no resultó. Lo mismo sucede con un trabajo, pongamosle el caso de una redacción periodística. Podés irte despacio, sin saludar a nadie, robando lapiceras, abrochadoras, resaltadores y hasta rollos de papel higiénico. O sino, en el sendero de la legalidad absoluta, uno se aleja con besos, abrazos y otras demostraciones de cariño. Habrá quien se enfieste en el baño con el dúo de las chicas de Recursos Humanos. Cuántos recursos. Cuántos humanos. Y cuántas cosas uno deja en el momento en que se va, así, con pena pero con gloria y a veces, hasta con ganas de no irse, al menos no tan lejos, o no sin antes saludar a las chicas de Recursos Humanos.-

martingala

Hay algo que me molesta aún más que pisar un chicle Beldent en verano, que ser ninguneado por un taxista en plena City porteña y que oir a mi abuela hablar de el Negro González Oro como si él fuera una inagotable usina de revelaciones y conocimientos democráticos. Ese algo que me molesta más que todo eso muy molesto, es tu sonrisa, demagógica expresión de está todo bien, para qué nos vamos a pelear si el mundo es un lugar increíble y vos sos un tipo maravilloso. No, flaca. Yo no soy maravilloso un carajo, y el mundo nada, no metas al mundo en todo esto, ni siquiera me lo des a entender. Cuando tengo razón, tengo razón, y cuando no la tengo, no espero que sonrías. Pero eso no es lo que me enerva -la prepotencia de tu sonrisa que se burla de la desgracia universal-, me molesta que todo lo resuelvas así, con esa mueca labial, fina, arcaica, indígena y sublime. Si no tenés monedas para el bondi, le sonreís al chofer y te hace pasar. Si por esas cosas estás apurada y no podés hacer la fila en el banco, te cagás en toda la gente y te metés en un lugarcito cerca de la ventanilla, y cuando todos te putean, sonreís y ya nadie se queja. Si te pido que pongas la mesa, que me alcances la sal, que le des de comer al perro, no me das bola y seguís con lo tuyo, hasta que te voy a buscar con mi mejor cara de enemigo, y ahí sí, desplegás tu martingala, sonreís y ya no se te puede ni culpar de nada. En verdad, no es justo ¿por qué tenés que gozar de ese privilegio irracional? Me fastidia muchísimo, me dan ganas de grrrrrr pero entonces recuerdo tu sonrisa...ahora mismo, y ya nah'...dejá, olvidate de lo que dije arriba, je-je-je, soy un banana, ya fue, de verdad, está todo más que bien.-
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(imagen extraída de aquí)

lunes, 30 de marzo de 2009

turquesa

Perfect day, Lou Reed, bañarse con desgano, el agua escurre la espuma, y ya sé que voy a secarme con esa toalla turquesa que cuelga del lado izquierdo, cerca de la ventana que es mínima, y por allí sale el vapor y entra una miseria de sol, entonces el pelo hacia atrás, el tipo en el espejo no soy yo, te juro que no, pero igual hay tregua, y la ropa interior de siempre, los mismos colores, el perfume a limpio del jabón en polvo, lágrimas contra el puño cerrado de la desgracia, lágrimas contra la ropa interior recién lavada, y entonces parar, desnudo y la toalla cae, ventana cerrada, persiana cerrada, mejor estudiar, las hojas pasan, artículo 59 de la Ley de Sociedades Comerciales, responsabilidad de los administradores de una sociedad, la verdad, me importa un carajo, acercate vos, la otra, sabés de quién hablo, dale, vení vos, otra vez, besame en el cuello o inyectame, dormime, pero rápido, hay Dios, qué hice, Dios mío qué carajo acabo de hacer, qué te hice, qué nos pasó, Dios mío qué acabo de hacer.-
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(imagen extraída de aquí)

viernes, 27 de marzo de 2009

marfil

Si de verdad vas a disparar, si al fin te armaste de coraje y te diste cuenta de que tu orgullo no se puede comer a la bestia que es mi romance que te visita de imprevisto un domingo a las ocho de la noche, si vas a hacerlo porque ya no sabés cómo remontar el seis a cero con taco, caño y chilena, yo te diría que acomodes el plomo, con preferencia del centro del pecho a la izquierda, cosa de no abrir lugar a dudas. Matame como a Lennon: quiero entrar al quirófano cubierto de sangre y salir convertido en estrella dentro de una bolsa de consorcio. Dame una muerte digna, con firulete y pompa y sobreexposición y un poco de generosidad para exaltar mis cualidades. En cambio, si querés ahorrarte el tiro de la 45, te dejo pasar: tomate un café y pensemos que tal vez no es todo ni tan drástico ni tan definitivo, después de todo, te estoy invitando a la puesta en escena de mi autocrítica. Reconozco que tengo cosas que cambiar -ey, todos tenemos algo que cambiar, o al menos eso dice la familia-, y que lo del último tiempo fue un curso intensivo de sadomasoquismo emocional. Pero tampoco me olvido del precioso barniz con que perfumabas las tardes en nuestra casita de Villa Luro, la joint venture que durante meses nos entretuvo y nos convocó en un sexo famélico pero glorioso y nuestro, y también extraño -uf, qué difícil decir "extraño"- tus caprichos infundados, lo inútil que eras para cocinar, la seducción con que te negabas y las ganas que tenías de matar a mi mamá. Sí, te extraño, para qué negarlo. Por eso, hago un llamado a la solidaridad y a tu reflexión, para que evalúes lo conveniente de volver a confundirte conmigo, para que yo pueda confundirme -dentro de 60, 70, 80 o mil años- entre el nácar de tu bastón y el marfil del mío.-
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(imagen extraída de aquí)

jueves, 26 de marzo de 2009

Master

La coyuntura me obliga a escribir esto, en defensa de Alfie, hoy, precoz abanderado de todos los hombres del mundo. Y los engañados.
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No me molesta que hayas cortado mi buena racha con el Manchester United en la Master League de la PlayStation2. No me molestó que te quejaras de mi voz infantil, de mis salidas diurnas a la calesita del barrio, los escapes de nesquik y tortas fritas con los pibes del recreo. No me molestó siquiera bancarme los flashes de las cámaras, mostrarte en la televisión mundial, decir que sí, yo estuve con ella, con este cuerpito la hice mía, sólo mía y nadie más, y no sé cómo vamos a mantener al bebé, no sé, es producto del amor, nos queremos, y qué se yo qué otras cosas. Y ahora me vienen a decir que soy cornudo. Soy Él cornudo de 12 años, el niño-padre, el corneta, el engañado, el señalado. Todos lo saben, y me torturan. Tan chiquito y tan cornudo, me gritan por la calle. Ya no puedo salir de mi casa. Soy el titular de la Cartera del Fraude, el bufón de la clase, soy el pelotudo y el capitán del plantel estable de los engañados. Voy a figurar en los libros de Educación Cívica como el niño-padre que sólo fue niño, seré ejemplo en los discursos presidenciales -"hay que implementar mejores sistemas educativos, para que los chicos como Alfie no sufran con la infidelidad..."-, en el trabajo siempre me recordarán como ese pibe que se volteó a una nena más grande, y al final no, y al final nada. Ahora me preguntan si de verdad lo hicimos. Creen que no sé cómo se hace un bebé. Ya no puedo salir de casa. Y ni siquiera puedo retomar la buena racha con el Manchester United, en la PlayStation2.-

metegol

Tantas fotos y yo que me llevé Sensibilidad a marzo. Pero voy a intentarlo, no me creas demasiado, de algo me acuerdo: las tardes de metegol en la casa de Anita, las veces que nuestras familias se juntaban a comer paella y nosotros tomábamos por asalto las paneras propias y ajenas: no quedaba ni un miñoncito con miga, y pensar que ahora detesto la miga, no la puedo tragar. También retengo las imágenes de nuestros juguetes en el arenero, los machetes en los últimos años de la primaria, y ya en los grados superiores, en plena vorágine académico-sexual, tu inútil carrera por superar a tus amigas en el conteo de chicos y besos (desprolijo Tren de la Alegría que te encargaste de llenar con cualquiera, a cambio de una popularidad que hoy padecés). En esa competencia -que molestó a las autoridades del colegio (el Excelentísima Virgen Niña y Madre Protectora del Corazón Eucarístico de la Sagrada Herboristía) cuando saltó la ficha de que te habías curtido a dos preceptores en el baño de los docentes- yo quedé un tanto enroscado, aturdido, pero ahora miro con buenos ojos la (falta de) intimidad que tuvimos en las hamacas de la Plaza Irlanda. Ni te imaginás lo que me gustaría tenerte otra vez así, una noche cualquiera, doce años más tarde: no por lo entregada y desnuda, sino por lo intacta, espontánea, natural e infantil aunque triste.-
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(imagen extraída de aquí)

miércoles, 25 de marzo de 2009

cuadritos

El espejo del despintado ascensor de la casa velatoria me devuelve mis ojos bordó, aún más rasgados de lo habitual. Cabe señalar: mis ojos -de por sí semiasiáticos- en el nuevo reflejo son mínimos: dos raspones por donde se asoma una línea de un blanco sin brillo. Abrimos la puerta del ascensor en el segundo y último piso. Como en la vida misma -qué ironía-, hay dos caminos: izquierda o derecha, salón A o B. Mi amigo elige la puerta A: granaderos hacen sonar un puñado de redoblantes que jamás sonaron. No reconocemos a nadie, pero nunca reconocemos a nadie. ¿Este es el velorio de Doña Olga? pregunta mi compañero, y un pibe recostado en un sillón -tiene una horrible camisa blanca a cuadritos, metida dentro del pantalón azul marino- niega con la cabeza. Entonces cerramos la puerta. Uno frente al otro, en el hall del segundo piso, los labios apretados contienen una risa cínica: la cabeza de mi amigo parece explotar, su risa es un alarido de bestia, y se sabe que la risa es un alpinista que trepa por la garganta sin respetar ni el menor sentido de la ubicación. Grita sobre mi hombro para descargarse. Lo abrazo para disimular. Una mujer nos mira: exagero mi llanto por un muerto sin nombre. Bajamos por las escaleras, y esta vez, miramos la cartelera para no meternos en un velorio que no nos pertenece. A Olga la velan en la única sala de la planta baja. Apenas abrimos la puerta, me doy cuenta que es el mismo lugar en el que despedimos a mi abuela. Siento un asco visceral por este cuarto. Todo el barrio está reunido para darle el último adiós a Doña Olga, la kiosquera más gorda y policía e hija de puta de Villa Devoto. Y nadie puede negar todo esto que les digo. Pero el barrio es eso: una fosa de gente careta. ¿Quién no le robó jamás un puñado de caramelos a la gorda Olga, más en el último tiempo en que estaba ciega? tengo ganas de preguntar, pero me limito a dar el pésame a gente que ni conozco pero que llora, y que por eso supongo que deben ser familiares. Mientras tanto, me miro de nuevo en un espejo. ¡Mis ojos! ¡perdí mis ojos!, pero hasta hace unas horas los tenía debajo de las cejas. Puta madre, siempre me pasa lo mismo. Y ahora tengo hambre. Escarbo mis bolsillos en busca de un caramelo de esos que le choreábamos a Doña Olga. Y lo encuentro. Un media hora. Algo es algo. Y mientras lo pelo y todos me ven, observan cómo el tipo angurriento se mete en la boca una bolita color cocacola con sabor a anís, mientras hago este ademán que más que ademán es una reverencia, pienso no tendré ojos pero tengo un Media hora: este caramelo con gusto a mierda es para vos, gorda Olga.-
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(Imagen extraída de aquí)

martes, 24 de marzo de 2009

premium

Nos presentaron y de toque, me abriste la cabeza con un matafuego emocional: fuiste chocolatín Jack en los recreos del primario, birra helada en las previas adolescentes, punto y banca en los Casinos del Conrad. Me gustaste, pero ya me habías gustado desde antes porque te había visto pasar alguna que otra vez, y había pensado quién será el tipo exitoso, hermoso, ingenioso que sale con ella. Ese mismo tipo -exitoso, hermoso, ingenioso- resultó ser mi jefe, espécimen ABC1, intelectual de tiempo completo, gentleman al que respeto a nivel intelectual, y mal que me pese, aprecio en lo personal. La misma soberbia de ese tipo me marcó -me cacheteó, ninguneó-, a grandes rasgos y casi sin querer, la diferencia entre él y yo: vos. Las mañanas en el hueco de mi departamento, entre las canillas con el cuerito gastado y el pan lactal que se quema con la tostadora que cada vez que enciendo el lavarropas me hace saltar la térmica, nada tienen que hacer comparadas con los desayunos imperiales a base de revuelto gramajo, ensalada de frutas, café con leche y vos. Vos sos la que hace de la primera comida del día, una visita guiada -cinco estrellas, premium- por los recovecos de la gloria. Más allá de sus títulos universitarios, terciarios, masters y condecoraciones, de los concursos ganados -sin trampa, obvio-, de que escribe mejor que yo, de que es mayor, más apuesto, mejor remunerado y de sus comentarios encantadores, más allá del éxito, la hermosura y el ingenio, tiene un algo, un no-sé-qué que yo-sí-sé: te tiene a vos, que encendés las luces de su habitación y de los días.-
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lunes, 23 de marzo de 2009

mentolado

El sol es la gigantesca cara siempre sonriente de un bebé ario y de ojos celestes. Sus risotadas me despiertan en tu cama tibia, y eso me pone liviano. Sube por las escaleras el perfume a Procenex de lavanda: alguien limpia el piso, que además de ser marmolado, se mueve y saluda. Buen día señor sol, buen día piso marmolado, y los finos modales de ambos me devuelven una sonrisa de otoño. Al caminar, las paredes agitan esas canciones que siempre olvido cuando quiero ser feliz. Las paredes oyen y hablan. El aroma de las tostadas me indica el camino a la cocina. El cartón de leche descremada, la manteca, las tostadas y la mismísima tostadora, todos juntos y de la mano vienen a mi encuentro. Nos abrazamos en un gesto de amor electro-gastronómico-familiar: así da gusto levantarse. La leche se sirve sola en un vaso plástico que se deja llenar. La mermelada parece disfrutar el viaje que hace del frasco a la tostada. La tele se enciende sola, y el noticiero informa que un grupo de boy scouts descubrió restos fósiles en La City porteña, últimos estudios revelan que el fin del mundo será 10 mil millones de años después de lo que los científicos creían, y el servicio meteorológico parece generoso: se espera un leve descenso de la temperatura, con probabilidad de lluvia de osos panda de peluche. A mis espaldas siento tu perfume y aprieto los ojos. En el mentolado cielo turquesa, un sol se ríe a borbotones.-
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(nnn recomienda este video de Blur)
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viernes, 20 de marzo de 2009

piolines

Yo que tengo historia de dientes rotos contra el cordón de la vereda, que me tiré de taxis en movimiento, mojé la oreja de cada uno de los pelandrunes que paran en las esquinas de Constitución, me amotiné con la barra brava en un cero a cero para el olvido, corrí por las vías a los locos del pabellón más cantina, rompí tabiques a cabezasos, arrimé fichas a juegos perdidos, le di vuelta la carroza a los piolines de San Telmo, me planté con el guapo y cobré como loco, hice rin raje en la Casa Rosada, yo que las armé y las desarmé, que me hice cargo, me banqué la avalancha, me colgué del alambrado y hasta toleré la manguera a presión, yo mismo y en especial yo, cada vez que te veo, agacho la cabeza y gracias si te miro de reojo, gracias si me atrevo a pedirle a la virgencita de San Nicolás que algún día te arrimes a mis tatuajes de puerto sin nombre, a este cuerpo presidiario, al sentimiento de popular arremetida, al afán de carnicero de barrio, a mis ganas de cambiar los trapos por los repasadores, las giras vacías y nocturnas por los desayunos en cafeterías del Soho, porque te juro por mi vieja, por la herida, por la sangre, que ya no quiero más vivir en la jaula: prefiero ser adiestrado para el hábitat de tu contrafrente con dependencia y jardín arbolado, me quedo con la rutina del buen salvaje, cambio todo por ser la otra mitad de la almohada donde te dormís cada noche.-
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jueves, 19 de marzo de 2009

palitos (III)


El final de palitos. Si te perdiste los dos momentos anteriores, entrá en el primero y en el segundo.-

Entonces, vos. Vos, y eso que hacía unos veinte años que no te veía. Te reconocí al instante, y en verdad, me alegré por haber tenido una novia tan bonita a los cinco años. Mis amigos jamás lo hubiesen creído.
-Te estaba esperando
-¿Sí?
-Sí. Hace mucho que no nos vemos.
-Sí, es verdad. Ya ni sé cuánto. (Al mozo) Yo quiero una chocolatada. (A mí) Todavía seguimos siendo novios, ¿no?
-Bueno, de eso quería hablarte...
-Ah, mirá, justo. ¿Me fuiste fiel?
-Sí, bueno, qué se yo...creo que sí, fiel a mi modo, ¿no?
-¿...a tu modo?
-Sí, claro, estoy un poco más grande, verás...a vos, en cambio, te veo igual que siempre.
-¿Sí? ¿te parece?
-Y...yo creo.
-Vos tampoco cambiaste demasiado.
-Siempre me dicen lo mismo...
-Bueno. Ahora sí, tenés que ser sincero. ¿Me engañaste?
-No, yo no engañé a nadie, hice mi vida nomás...
-¿Tu vida?
-Sí ¿vas a responder a cada comentario con otra pregunta?
-¿Me estás cargando? ¿Fiel a tu modo?
-Exacto. Fue lo que dije.
-Claro, y a mí que me pise un elefante de la India...
-No, bueno, dejemos en paz a los elefantes de la India. Supuse que después de un tiempo vos harías lo mismo...
-Supusiste mal, mirá. Y ya ni sé qué estoy haciendo acá. ¿Y sabés qué? me voy. No fue una buena idea venir. Sos un tonto. Y la verdad, no creciste nada, a lo mejor estás un poco más alto, pero nada más.
Y entonces escarbó sus bolsillos en busca de los palitos de la selva. De un salto bajó de la silla y se fue. La vi llorar, otra vez: caprichosa, de azul marino, y con sus zapatitos en los que a duras penas llegaba al metro.
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miércoles, 18 de marzo de 2009

Crónica de la (in)justicia

Crónica de la marcha a Plaza de Mayo en reclamo de más seguridad (18/03/09).-
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A las 18.43, el pueblo -así se autodenominaron, ellos son el pueblo: algo parecido al yo, tú, él, nosotros, vosotros, e incluso ellos- reunido en Plaza de Mayo terminó las últimas estrofas del Himno Nacional Argentino. El conductor del acto -con dotes de padre brasilero retransmitido a las 2 A.M. por un canal de cable en Mozambique- anuncia que vecinos de La Matanza, José C. Paz -¿de qué será la C en José C. Paz? Se pregunta un grupo de curiosos que enfilaron para el after office pero se quedaron con los vecinos y sus bombos-, Haedo, y la lista continúa, están presentes a favor de la seguridad (como si hubiera alguien que pudiera plantarse y agitar abiertamente la pancarta de la inseguridad). Por su parte, los colores patrios se venden a 5 pesos la bandera chica y a 15 la grande. Las ofrece un tipo tuerto y de boina color azul. También hay vincha, y hay quien aprovecha para improvisar el negocio de los pirulines, la garrapiñada, la super-giganto-hamburguesa, el algodón de azúcar y las velas. No podían faltar los pibes que reparten el volante para que los martes, de 20 a 22, escuchemos el programa Alerta Nacional, conducido por Alejandro Biondini –líder del Partido Nuevo Triunfo, es decir, los nazis pero con un nombre un poco más políticamente correcto-. Reunidos aquí para reclamar por el respeto a la condición humana y a la propiedad privada, dispara nuestro arengador de saco y corbata, en el escenario junto con el resto de los portavoces -vaya uno a saber de qué-. Con cada frase concluida, las manos se tornan un enérgico coro sin ritmo, mientras los muchachos amigos de Castells y sus pecheras amarillas se desviven con más aplausos.
Un poco de razón tiene Susana, confiesa Nélida, de San Justo. ¿En qué parte tiene razón Susana? arremete mi curiosidad. En que un poco de mano dura tiene que haber...mano dura en la justicia, ¿no? explica ella, que tiene una verruga imposible de no ver. Como Nélida, la mayoría desconfiará a la hora de darle su voto-conciencia a Susana: la imagen de la pena de muerte les da un poquito de impresión, de asquito, tal vez porque no es muy cristiano que digamos, ni es una idea muy democrática, qué pensará la gente del barrio –Doña Rosa, que apenas salió Susy a opinar, la apoyó, dijo yo te banco Susana, pero después, cuando todos salieron a pegarle, se dio cuenta de que no, mejor no, a Susana se le fue la mano-.
Hay que entenderla, estaba caliente la Susy, dice Silvana, que ahora debate con sus amigas del té y marchas por la justicia, cuál es la mejor forma de erradicar el flagelo de la delincuencia: que se cumpla la ley, que haya más educación, que haya más trabajo, que no exista la condena condicional, y Rodolfo –anteojos anchos, traje príncipe de Gales, clon argentino de Mr. Bean, con la diferencia de que Rowan Atkinson tiene varias películas en su haber, y Rodolfo sólo fue protagonista de seis asaltos a lo largo de diez años, estuvo secuestrado y también le rompieron el vidrio del Ford Focus para robarle el stereo- agrega que hay que construir más cárceles. Ésa es la solución: el que las hace, las paga. Yo no digo que Susana tenga razón, pero en su caso hubiera dicho lo mismo. Además, la pena de muerte existe: la tienen los chorros que nos cagan matando. Por los parlantes, el rabino Sergio Bergman se olvidará de su investidura y dará algunas lecciones más políticas que otra cosa. Agradece al Facebook, Red de Redes, y comenta que acá está el pueblo que sabe de qué se trata, aunque María Luján duda cuando alguien le pregunta por qué permanece a las siete de la tarde en Plaza de Mayo, si seguro en la tele están dando algo más divertido, como Atracción x4, o la repetición de Montaña Rusa.
-Estoy acá por la seguridad y para pedir justicia
-¿Justicia por qué?
-¿"Justicia por qué"? ¿te parece que no estamos para pedir justicia? Para que la gente vaya presa, y no anden caminando por ahí.
Luján se ríe mientras habla y su ironía me observa: para ella no soy menos desagradable que un perro muerto en la banquina. Le cuesta creer cómo hay gente que no la entiende ni a ella ni a todo el resto -al pueblo-, como a alguien se le puede ocurrir no pensar igual. Cerca del escenario, un tipo muy petiso estira los brazos para mostrarle a las cámaras un cartón en el que puede leerse No hay excusas para no estar. Yo dejé todo y vine por tus hijos y los míos. Me gustaría darle un abrazo, decirle gracias, pero está demasiado cerca del escenario: es muy difícil llegar allí, en verdad la gente se tomó en serio la marcha y asistió y se juntó y se juntó demasiado, tanto que en algunos sectores no se puede pasar. Mientras el petiso estira los brazos, el rabino propone que hagamos lo mismo que los hermanos del Campo, que trabajan para el bien de la Nación. En mí, la vergüenza: debo ser el único en toda la Plaza que todavía no está haciendo nada por el otro en este mismo instante. Acá la gente se solidariza. Después del acto nos peleamos en una cancha, en el bondi o en el laburo. Pero acá no. Acá somos todos conocidos, unidos, lo que se dice. Además, estamos en Cuaresma, resalta el cura Guillermo Marcó, el último de los oradores. Claro, estamos en Cuaresma. Eso explica todo.



palitos (II)

Nos debemos una charla, le apunté a tu vocecita infantil: mamá recordaba el nombre de tu viejo, lo busqué en la guía telefónica y ahora llegaba a tus oídos, con la sorpresa de lo que se olvida e incluso de lo que se oculta. No hablamos demasiado: prefería que todo quedara medio en el aire, cosa de tener tema de conversación al momento de volver a vernos, y no sentir la presión de encontrar a mi aburrimiento jugando con servilletas de papel o muñequitos a base de migas de pan.
Dos días, seis horas, treinta minutos y medio atado de Camel después, aguardaba tu llegada en un bar cerca de la facultad de Medicina. ¿Estudiarías allí? ¿Vendrías a mi encuentro con esos trajes tipo enfermero que llevan los alumnos? Siempre me calentaron los de color verde oscuro. Espero a una mujer, le expliqué al mozo que miraba con ganas de anotar en su libretita, y entonces sus ojos sugirieron me importa un coco en el Caribe a quién estás esperando. Al rato, pedí una lágrima en jarrito: mejor era que no advirtieras que te esperaba desde hacía mucho. Comí de un bocado la galletita obsequio -todas, sin importar ni el color ni la cobertura, tienen el mismo gusto- y le di un sorbo a la taza.
-Mozo, yo pedí lágrima...
-¿Y?
-...y que esto es té con leche...para eso me lo hago en mi casa...
-Ah. Bueno, te lo cambio.
-No, no, dejalo. Está buenísimo. La verdad, uno de los mejores té con leche que probé...
Esta vez, la mueca del camarero declara por qué no le hice caso a papá y seguí una carrera universitaria: ahora me tengo que bancar a estos clientes borderlines...-
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Mañana, la tercera y ultima parte.-
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(imagen extraída de aquí)

martes, 17 de marzo de 2009

palitos (I)

Nos debíamos una charla. Eras, hasta el momento, la difusa fotografía de una nena que a duras penas llegaba al metro en puntas de pie. Eras entonces un guardapolvo azul marino con ribetes rojos, mofletes hinchados de palitos de la selva y una mezcla de lágrimas y mocos en cada capricho no concedido por tu madre: rubia platino de durísimas tetas operadas y en orden, acomodadas con prolijidad y esmero, tetas que apuntaban a cualquiera con el autoritarismo visual del acá llegué, todos los hombres quietos, y que se sepa que estoy divorciada. Creo que fue esta última imagen la que me decidió a llamarte. Después de todo, hacía tanto que no nos veíamos, y yo recordaba esos ojitos indecisos, aunque creo que una vez me dijiste te quiero. Fuimos novios, de eso no tengo dudas. Mis hermanos se burlaban porque decían que no podía tener novia a los cinco años, que era muy chico para eso. Pero sucedió, y mantuvimos una relación silenciosa, en privado, alejados del puterío propio del jardín de infantes y de las habladurías de las señoritas que cuchicheaban en los rincones del patio. La última vez que nos vimos, llovía y era el último día de prescolar. Jamás pensé que así sería nuestra despedida, que tu mamá y sus tetas te inscribirían en un colegio del Opus Dei -como Dios manda-, para que tuvieras una educación algo más estricta, o para que ella consiguiera un nuevo novio algo más adinerado que la gente del barrio. No volví a saber de vos. Ni siquiera pudimos hablar de nuestra relación. De alguna forma, seguimos siendo novios, y en cierta medida te fui muy fiel. pero nos debíamos una charla. No hay duda: nos debíamos una charla.-
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Mañana, la segunda parte.-
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(imagen extraída de aquí)

lunes, 16 de marzo de 2009

cooperativa

Desde hoy y en adelante, vas a quedarte con lo mejor de mí. Esto que ahora se pierde entre tus sábanas -90% poliester, 10% algodón-, lo que hasta hace unos minutos era un hijo bastardo de la estirpe Christian Dior, no es más que el desnudo compilado de una serie de fracasos -90% fracasos rotundos, 5% aciertos, 5% ya veremos-, tropiezos y borradores. Es lo que hay, y es lo mejor que se pudo hacer: esta Chevy SS no pasa de los ochenta kilómetros por hora. Entonces soy, una vez más, el best seller de un libro editado por la cooperativa del club de barrio, el greatest hits de una banda under de hardcore en Senegal, el revelado y la copia de una tira casi velada. Soy lo que pude, lo que quisieron papá, mamá y el colegio by la Asociación Católica Irlandesa con sus mecanismos neo-castrenses. No me pidas postre, ni café de cortesía, ni firuletes ni guirnaldas de colores. No busqués en la guantera el Glade Toque ni el manual de instrucciones. No hay devoluciones, ni reintegros, ni descuento por cantidad ni para visitas futuras. Pero prometo cuidar las formas: sólo te muestro la versión editada. Vos jamás vas a enterarte de lo difícil que fue acercarse a las mujeres, aprender a mantener un diálogo sin agachar la cabeza, disimular las primeras e indeseadas erecciones frente a los primeros besos, los rechazos amorosos vía mail, las desilusiones en el sexo y la insatisfacción al comprender que otra vez, la mujer que está en frente, es bastante menos especial que la idea que uno se había hecho de ella. Pero nada de esto te interesará, y está muy bien: vas a quedarte con el resumen de buenas noticias, y sólo espero que nos sirva, aunque más no sea, para lo -poco- que tengamos que hacer juntos.-
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(imagen extraída de aquí)

sábado, 14 de marzo de 2009

Ojos de Motorola W375 - Sábado

El cielo ceniciento del Acceso Norte ramal Escobar cabe enterito enterito en el vidrio polarizado de una Peugeot Expert.-

viernes, 13 de marzo de 2009

pestañas

Siempre está esa mujer que te destartala el marote con un tiro de la bazooka más cruel y sentimental que es el recuerdo. Ella existe -no lo niegues-, flota y vuela por sobre tus libros, acaricia la cama, deshace las nubes y es quien cambia de lugar el cepillo de dientes en el baño. Cada vez que la madera cruje, que el viento entra por el filito de la ventana o que se te apolillan los pulóveres, es ella que te advierte no me fuí. Todo hombre cuenta con ese fantasma hermoso, despiadado, enemigo vestido de largo y de rojo (el mío tiene pestañas largas y no llega al metro setenta. Todavía me gusta su perfume). Es ese mismo fantasma un francotirador experto, tigre entre la maleza de la soledad, oportunista de salidera bancaria. Lo mejor es aprender de él -¿aprender qué?-, aprender de vos, fantasma hijo de puta, y no enojarme ni con lo que sos ni con lo que pretendés ser. Sos eso: un fantasma, algo que fue lindo, nada más, y no existís, ¿qué hacés acá? andate nena, de verdad, no molestes, estoy tranquilo, no vengas a pedirme que baje el volumen, no me patrulles ni me llames y cortes mientras estoy con otra mina. Ya fue, lo nuestro se acabó, ya lo entendí ¡no me limes, por favor! Y mientras uno se esfuerza por dejarlo atrás -le ruega, lo mima, protesta-, peor es, porque el fantasma todo lo sabe y observa desde la puerta de la habitación: deja caer sobre tu cabeza ya incinerada, un balde de kerosene y fósforo encendido de la desesperación. Mientras tanto, en otro lugar -que de seguro conocés-, el cuerpo de ese mismo fantasma se desnuda para un hombre que esperás nunca llegar a cruzarte.-
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(imagen extraída de aquí)

jueves, 12 de marzo de 2009

árabe

Los muertos a la cabeza: los muertos son un número, playmovils, soldaditos de plástico, y mientras más haya mejor, y si hay foto con sangre genial, y si hay vísceras en el asfalto y alguna que otra extremidad mutilada, uf...eso sí, eso es lo que llamamos periodismo verdad, ¿querías morbo? ahora comételo doblado y en pan árabe, no hay tabú y me cago en el horario de protección al menor, protegeme ésta, si querés educación poné el canal Encuentro, si querés la noticia acá la tenés, ¿la querías? bueno, bancatelá, porque la noticia -lo inmediato, lo de ahora, lo de ya ya ya- es esto y es lo que hay, siempre tan frío, tan lejano, tan conurbano y marginal, no importa que sea en San Isidro, ya es lejos, pasando la General Paz es la loma del orto a la vuelta, y seguro que fue porque justo el policía estaba meando, porque viste que la gente de la policía, sobre todo la bonaerense son-todos-una-manga-de-corruptos-vende-merca, y además la tele miente, eso sí, agrandan las cosas, y a mí no me va a pasar, jamás, esto sucede en lugares donde la gente no conoce el fuego, los colectivos seguro que allá ni existen todavía, el hombre blanco por esos pagos es novedad, sólo hay punteros políticos e indiecitos, y eso acá no pasa, y si pasa, a mí no me va a pasar, hasta que pasa.-
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(imagen extraída de aquí)

miércoles, 11 de marzo de 2009

arvejas

Te estás peleando con el dueño del circo, con el sereno que te acomoda el auto en la cochera móvil, con el mozo que te trae la comida, con el cirujano que en media hora te opera, con el carnicero que te prepara todos los fines de semana la simétrica tirita de asado, le estás dando de comer en la boca al león, estás gritando el gol de Atlanta en la popular de All Boys, midiendo quién la tiene más larga con tu jefe, queriendo zarparle el botín al Gordo Valor, le estás negando la redonda para la chicha al cuidacoches, y ya empezás a desbarrancar, sos una montaña rusa en un geriátrico de Berazategui, te vas tomando el palo desde las tejas, haces mutis por el foro, jugás las joyas de la abuela en la ruleta y le ponés todo al 37, y tu autito chocador a medio destartalarse comienza a llevarme por delante, y ya no somos ese binomio perfecto, la dupla Lennon-McCartney, Starsky y Hutch, Abbott y Costello, Vicente López y Planes, Juncal y Billinghurst, Acoyte y Rivadavia, San Juan y Boedo, palo y a la bolsa, café con medialunas, milanesa con papas fritas, salchichas con puré, pero puedo asegurar que en esta ensalada rusa -a la que le falta un poquito de sal y le sobran arvejas-, en la fragilidad de nuestra relación adolescente y casi romántica, lo echaste todo a perder.-
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martes, 10 de marzo de 2009

Berlín

Suena el teléfono dos veces, lo dejo sonar una vez más y es mi propia impaciencia la que atiende: hoy es un Renault Megane gris en puerta, pero mañana puede ser un Peugeot 504 sin estéreo ni cinturones de seguridad. Si querés podés subir adelante explica el chofer, pero no quiero. Aprovecho para dormir en el viaje: el remisero no hace preguntas, maneja rápido pero el asiento es cómodo y el aire acondicionado me pega de lleno en el pecho. Cuarenta minutos más tarde, me despierta la sirena del auto-bomba: tuve un sueño que no termino de recordar, pero creo que tiene que ver con una salita de primeros auxilios. La voz alcohólica del conductor dice llegamos, nene. Abro la puerta y mis pies se hunden en el barro de una calle perdida en una zona perdida en el último rincón del conurbano bonaerense. Acá está la prensa, asegura un gordo en cueros y me señala: de ahora en más, nadie preguntará mi nombre, yo seré para todos "la prensa", a secas. El aliento a vino de un tipo sin dientes me jurará que ellos saben quién fue el que violó a la Carmencita, y que lo van a sacar de esa casa que ya comenzaron a romper y a incendiar. Un puñado de vecinos arroja piedras a una ventana sin vidrios. Los estruendos son una invitación para que el resto del barrio se haga amigo de la linchada pública, y a su vez, son esos mismos piedrazos los que incitan a romper todo, saquear, prender fuego y huir. Al grito de justicia justicia, tres tipos con la cara cubierta con remeras, terminan de tirar abajo una puerta de chapa despintada, y arrastran de los pelos un cuerpo que se retuerce, grita, y que en cuestión de segundos, será un montón de carne muerta y desnuda en medio de la tierra del pasaje Berlín.-
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lunes, 9 de marzo de 2009

pijamas

Disculpá la sinceridad, querida, pero escribís para el orto. Sé que nuestros encuentros sexuales fueron lujuriosas performances de exquisito nivel, y que tu cuerpo es digno de exponer en las vitrinas del Madame Tussaud, pero en verdad, tu caótica prosa es casi tan entretenida como un especial de bordado de pijamas en Utilísima. Además, en tus textos... ¡es todo tan predecible! rutinario e idéntico a nuestras noches de cine marroquí, que se acompañan con pochoclo en fumet agridulce. ¿Quién dijo que debías ser freak? No hace falta que obligues a la gente a que te mienta con el diplomático "¡ey! me gusta, aunque no es mi estilo de literatura". Tus letras son inclasificables, sin ningún tipo de gusto ni estilo, pero vos sí lo tenés. Mirá, es fácil, te voy a explicar: en el mundo existen dos clases de mujeres. Por un lado están las hermosas, y por el otro, las que tienen talento. Creeme: vos sos la justa medida de azúcar que apenas baila en la cima de una montaña de crema chantilly, que corona la prolija y sofisticada porción de frutillas que es siempre el mejor postre para cualquiera, y las frutillas jamás se quejaron ni pretenden ser Lemon Pie, son frutillas y lo bien que hacen.-
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domingo, 8 de marzo de 2009

8 de marzo

No necesito un 8 de marzo para hablar bien de vos y después olvidarme.
Igual, si esperás que yo te regale flores cuando todos te regalan flores, si esperás que yo te diga algo lindo cuando el resto de tus pelotudos te dice algo lindo, si esperás que yo te festeje cuando todos te sobreactúan, si esperás todo eso de mí, seguí esperando.
Nosotros nos vemos mañana. Me conformo con que nos respetemos, nos queramos, nos gustemos, el resto de los 364 días del año.
Ah, y feliz día.-
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viernes, 6 de marzo de 2009

tránsito

...de pagar con tarjeta de crédito y en cuotas, de cojerme a tu recuerdo por mera comodidad, de cenar con una mujer distinta cada fin de semana, de ser cínico con la gente que aprecio, de quejarme de lo que no tengo interés en modificar, de comprar libros que no voy a leer, de invertir en salidas con sexos apagados, de mostrar que algunas cosas no funcionan como deberían funcionar, de disfrutar del morbo en los accidentes de tránsito, de pasar por la puerta de tu casa para ver si de casualidad te veo y no te digo nada, de alimentar en la boca al mamut apestoso y violento en el que de a ratos se convierte mi ego, de coquetear con la necesidad del éxito, de preguntarme qué carajo pasará en veinte minutos, de comerme las uñas, de caminar distraído por la calle, de impacientarme con los vendedores telefónicos, de brindar con el jefe, de creer en los consejos que dan los horóscopos en las revistas, de especular con la histeria, de saludar a la mina más linda y ortiva, de ponerle talco a mis alpargatas, de hacer bandera de mi soledad, de plantar árboles en jardines ajenos, de ilusionarme con que la puta suerte llegará algún puto día disfrazada de tacos altos...-
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jueves, 5 de marzo de 2009

cachufleta

A mí no me vengan a joder con esa pelotudez de los derechos humanos, por favor, no vengan con esas pavadas que defienden los garantistas y los maricas y los zurdos, los mismos que defienden al asesino del Che Guevara, y dicen que hubo 30 mil desaparecidos, ¿a vos te parece que van a haber 30 mil tipos que no están y nunca nadie se dio cuenta? no te voy a decir que no hubo ninguno, pero ponele que fueron 30, como mucho 300, y eran todos chorros, andaban en cosas raras, y los que siguen vivos ahora son millonarios y viven en las Islas Caimán o en otra isla de Europa, con toda esa plata que les dió el Estado y este gobierno montonero y zurdito y comunista, como ese otro, el gordo, Chavez, todos corruptos, progresistas como le dicen, amigos también de los otros chantas que son los maricas; yo no lo puedo entender, cómo a un hombre le puede gustar otro hombre, ¡si naciste hombre bancatelá!, Dios te dio un pito, y con ese pito tenés que hacer algo más que andar mostrándoselo a otro tipo que también tiene pito, o qué, ¡¿ahora me van a decir que es normal?!, dónde se ha visto que dos pitos se lleven bien, que dos pitos sean amigos, compinches; el pito está para acompañar a la cachufleta, y punto, y sino está para eso, no sé, estará para colgar a los chorros, eso, que los cuelguen del pito, en la Casa Rosada, qué digo en la Casa Rosada, que saquen la bandera argentina en la Plaza de Mayo y que cuelguen a un chorrito del pito, a esos pibitos que aspiran poxiran y fuman paco y salen a robar, ma' qué bala ni que bala, no le metamos bala a nadie, no gastemos pólvora, colguemos a los pibitos del pito, y también a los que limpian los vidrios que son todos una manga de vagos y faloperos, y también a los que piden monedas, que seguro que en un futuro son como los otros atorrantes, y escuchemos a Susy, y también las canciones de Sandro, ¡El Gitano! qué lindas canciones tenía; hagámosle caso a ellos, que tan mal no les fue.-
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miércoles, 4 de marzo de 2009

sombrero

Pongámoslo así: aun si fueras la última persona del universo, y volaras en un caballo amarillo hasta mi ventana, cantaras a capella con Luciano Pavarotti mi tema preferido de Silvio Rodríguez, vos y él disfrazados de jeques árabes, y viniera también el príncipe Aladino con su alfombra mágica y un litro de Dom Pérignon para festejar el encuentro de dos personas tan incompatibles como nosotros dos, con todo eso, arriesgándome a quedar soltera para siempre, te aseguro que en esas circunstancias pensaría si vivir una vida sumida en lo más triste y pútrido de la soledad y la demencia senil, o estar cinco minutos con vos y el circo que hubieras montado en la ventana de mi piso 21 en Villa Bosch. Con esas palabras, ella me acercó al concepto de lo difícil e improbable que era que ambos compartamos una copa en algún bar de la zona. Pero haciendo un par de llamados, contactando gente que me debía un par de favores -viejos compañeros, malandras de barrio- y embargando alguna que otra eternidad en ciertos infiernos, logré treparme al caballo amarillo, pasé a buscar a Luciano -que por cierto, estaba durmiendo, pero Luciano entiende, Luciano banca en todas- y juntos, vestidos de jeques -que fue lo más difícil de conseguir: por estos días, Luciano está bastante excedido de peso- le pegamos un tubazo a Aladino que no dudó en coparse, y nos juntamos en el balcón de ese piso 21, con tanta casualidad que ella justo fumaba en la ventana, y al vernos, nos encontró cantando a capella Óleo de una mujer con sombrero -aún sabiendo que no soy muy fanático de Silvio-, y en verdad, no dudó demasiado en probar el Dom Pérignon para luego subirse conmigo al caballo amarillo que nos llevaría a recorrer las calles, habitaciones y shoppings vacíos por completo.-
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martes, 3 de marzo de 2009

sésamo

Abrió los ojos en el sillón y se retorció en una pesadilla blanca y que le tapaba los ojos. Al fin, se asustó al reconocer sus lugares: estaba en el living de siempre. Desnudo, se arrastró hasta el calendario para corroborar la fecha: martes, tres de la tarde y el sol era un punzón que le ardía en los pies. Sentado a la mesa, Henry -algo más despierto- lo seguía con la vista mientras se comía las dos ultimas galletitas de sésamo. luego de algunos segundos, cada uno en cabeceras distintas, se enfrentaban con una mirada salvaje y de niebla. No había galletitas, ni leche, ni cigarrillos ni ganas de hablar. En esos seis meses en los que habían vivido juntos, cientos de mujeres y hombres se habían acercado hasta su cama, y amigos con papeles, y no tan amigos con más y mejores sustancias, y de a ratos traían libros, tortas, souvenirs y películas, y todo reinaba en un clima de promiscuidad casi familiar. Pasaban las noches en la misma cama, con los cordones de las zapatillas que apretaban sus brazos, y dos o tres o cuatro mujeres sin nombre, que al final de la jornada, intercambiaban de común acuerdo. En esos encuentros en que permanecían espalda con espalda, no descartan alguna vez, en pleno delirio toxicológico -o con esa excusa-, haberse querido de más. Pero no lo recuerdan. Y ahora él, con el pánico en los ojos -animal que siente la proximidad del cazador- abría la carpeta que ayer había ido a buscar al hospital y que no había querido ni ver hasta esa tarde. Antes de comenzar a leer, pidió un pelpa, y Henry negó con la cabeza. Entonces leyó. Estaba quieto, y Henry no tuvo que preguntar para saberlo. La serie de excesos, despilfarros y viajes mescalómanos, al fin le daba el peor de los cierres a la convivencia más amena: la mal llamada peste rosa había desenbarcado en casa, y todo indicaba que no podrían saber hasta dónde llegaría su coletazo.-
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lunes, 2 de marzo de 2009

corso

Yo te esperé, yo fui testigo y siempre de lejos, detrás de las columnas de la Facultad de Derecho o entre las mesas en los bares de Palermo, yo te dejé, te fuiste sola, yo vi pasar tus novios y tus tranzas y tus amigas con las que nunca estuve tan sólo para no perder la posibilidad de estar con vos en un futuro. Yo fui correcto. Yo hipotequé tu amistad confusa, yo me jugué a ser parte y no cómplice. Yo quiero la torta para dejar de lavar los platos de cotillón. Yo maduré esta sensación que hoy explota. Yo me senté a ver el corso y me olvidé que se hacía de noche, no me di cuenta de que me quedaba solo, que la cosa se ponía complicada, que las mujeres pasaban y yo sólo quería con vos, con vos me caso le dije a mis amigos, con vos los hijos le dije a mi familia, con vos la vida le dije a mis novias y me dejaron y yo todavía con vos, porque no había otra manera, de qué otra forma podría ser sino con vos. Yo banqué los trapos, yo agité cuando se vino el contragolpe, yo te cuidaba desde la esquina mientras vos te descuidabas, yo te quise, yo te quiero, yo te llamo y te espero y te recontra espero pero por favor, tirá el centro.-
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