miércoles, 27 de agosto de 2008

cielo

Por Salvador Durval
Le imprimiste caño y gambeta a este juego de pizarra. Me sacaste tango y lo cambiaste por tus merengues, y aunque nunca supe bailar y es evidente, una vez en la pista todos somos otra cosa, y acá estoy, entre malabares y cornetas, viendo cómo hacer para sostenerte, para seguirte el ritmo a vos, princesa de All-stars verde flúo que se hace la estrella pero que en el fondo es un danette, un postrecito bajo en calorías pero de temer como el activia bebible, que tampoco es para cualquiera. Y cada mañana, antes de desayunar, lo primero que hago es pedirle a Dios trabajo, salud, y que te dignes a prestarme un poquito más de afecto y atención. Lejos de mis desayunos, en tu edificio de Recoleta, vos te despertás y le pedís al cielo raso poder encontrar esos perfumes que tanto te gustaron y una cartera Louis Vuitton.
Yo creo en el mar, vos en Versace.
Yo tengo esperanzas de que te avives. Vos ganas de que te lleve de shopping por Miami.
Pero así, de palo en palo, éste corazón de alcaucil mal cortado siente que se acomoda, se hace espacio entre tus manos con crema anti-age. Y así es, mejor así, que si no duele no gusta, y si no gusta para qué...

1 comentario:

B®ida dijo...

"Y cada mañana, antes de desayunar, lo primero que hago es pedirle a Dios trabajo, salud, y que te dignes a prestarme un poquito más de afecto y atención."

Siempre encuentro acá palabras tan perfectamente ordenadas!

Salutes!