miércoles, 2 de julio de 2008

Aloha

Salgo de casa con las reglas de dibujo y mis elementos de la facultad en las manos, cosa de aparentar estudio. La empleada doméstica, desvelada a las doce de la noche, mira la repetición de una telenovela brasilera mientras rasga con el dedo índice el fondo de la olla con puré de papas. Sus ojos dicen no vas a estudiar un carajo pero yo disparo me voy a explicarle unas cosas a un amigo. No responde, o no la escucho porque ya cerré la puerta. Abajo me espera el Peugeot 504 de ella. Cualquiera diría que es una linda remisera. Después de los -reglamentarios- cafés tibios en un bar de Constitución, vamos a un lugar más tranquilo. Pienso en Bahamas, pero nos dirigimos a un telo: Aloha, todo una poesía visual y cacofónica. En el palier, parejas aguardan su turno. Evitamos la complicidad y el riesgo de reconocernos. Ey, no estoy haciendo nada malo. No sé si el hombre de sesenta años con traje Príncipe de Gales que toma de la mano a un travesti puede decir lo mismo. En fin, no soy la policía. Cuando dicen mi apellido y el pibe, es tu turno, se da una situación cuasimédica anque cuasimódica, en la que me incorporo y otro muchacho -de seguro homónimo- se acerca conmigo hasta la caja. El tipo detrás del vidrio espejado dice el de las reglas en la mano. Ese soy yo, vos y tu gato viejo sigan esperando, papafrita. En el trayecto -la escalera a la izquierda, y después la habitación al fondo- enciendo un cigarrillo. Alarma contra incendios indica que algo no anda bien. Apago el tabaco en la zapatilla. Igual no tenía tantas ganas de fumar. Una vez en la habitación -nos recibe un tema de Nino Bravo- y luego de haber investigado todo el merchandising del telo Aloha, comienza el trabajo de obrero, minuciosa labor de arqueólogo que hurga entre los misterios de un cuerpo nuevo, amorfo y depilado. Pero entonces, la risa. Primero con simpatía: jajaja, qué bueno que te diviertas. Las carcajadas ya me parecen un poco fuera de lugar. Ella pide un momento porque "está tentada". Ahí nomás, tomo mis cosas y me encierro en el baño. Al menos voy a terminar mi entrega del viernes. Desde afuera oigo su risa estúpida, cada vez más fuerte y cada vez más cerca de la puerta del baño.-

13 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuanto de verdad y cuanto de imaginación...mmm quien sabe JB....

Anónimo dijo...

MUY BUENO, MUUUY BUENO.
Tu redaccion cada dia mejor, me da una sana envidia ver que tan bien escribis.
Por otro lado, la situacion jaja cuantas anecdotas.
Abrazo campeon nos vemos en los sueños.

Anónimo dijo...

Construí un puente hasta la puerta de Crobar.-

Nadie Nunca Nada.- dijo...

Anónimo:

Cuándo? no puede ser un puente hasta un lugar más cercano? Además, la puerta de Crobar siempre está llena de gente...Por qué Crobar?

Alejandro the Kitsune-san dijo...

a mi me gusta llamarlo CRAPpuchino

es una nueva palabra de los tilingos

Anónimo dijo...

quién es el anónimo que firma como yo?.-

Nadie Nunca Nada.- dijo...

un anónimo pide que otro anónimo se identifique (?).

Anónimo dijo...

Jajaja podes ser tan idiota de adueñarte del "Anónimo"????

Nadie Nunca Nada.- dijo...

haya paz. No a los anónimos buscapleitos.
No tiene sentido pelearse por el anonimato, muchachos. Tal vez lo mejor sea madurar y bancarse dar la cara con lo que uno dice.
Saludos.-

Anónimo dijo...

lo puse por el .- no por el anonimo en si.-

MSR dijo...

Me hiciste acordar una vieja anécdota de cuando pasábamos por la "playa privada" de un telo con nombre parecido a Aloha y pensábamos que de hecho había una playa artificial ahí adentro. Éramos tan inocentes...

Anónimo dijo...

Ah! Entonces el idiota soy yo...perdón.-

Anónimo dijo...

todo esto es imaginacion.-