miércoles, 18 de junio de 2008

microtoy

Ruido al salir de la librería. Me vi rodeado de gente que improvisaba un ritmo monocorde y con poca gracia. Y a lo lejos -cacerola Essen en una mano, cartera Louis Vuitton en la otra- la vi: piernas cruzadas, reclinada contra su mini cooper color crudo, en la esquina de Salguero y Libertador. Tenía puesto un saco de pana y jeans Jazmín Chebar dentro de sus botas de cuero. A medida que me acercaba, su cabello parecía más rubio y sus ojos más verdes. Sin querer pisé un caniche microtoy de una vieja que me gritó zurdo montonero. Cuando estuve a una distancia prudencial, le regalé los libros que había comprado -tomos de El Capital, algo de Rousseau, una biografía de Mao y una edición limitada de publicaciones de Mariano Grondona, que desde luego, coloqué sobre los demás- a la vieja con el perrito, y seguí mi recorrido hacia la Miss Barrio Norte que irradiaba aburrimiento y superación: típica mujer que ahuyenta a los hombres que sólo se acercan para comprobar que en verdad, no están a la altura. Linda noche dije. Falso: hacía casi 3º de sensación térmica, linda noche hubiese sido si fuese viernes y estuviera con ella, la casa sola y pidiéndole desde la cama otra copa de frutos de mar (Jamás voy a tener una linda noche). Ella parece no escucharme. Plan B: recurrir al humor. ¿Venís seguido a protestar acá? ella sonríe pero no mira, el hielo comienza a caer por sus piernas. Plan C, golpe final, último recurso: ¿viste qué grasa que es D'Elia?, y entonces gira la cabeza, deja la Essen dentro del auto y su perfume D&G y ella misma dicen su nombre.-

1 comentario:

MSR dijo...

Esto puede ser tranquilamente non-fiction